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Viernes de Mayo de 1992. LA REPUBLICA 19 Debate ORGANIZACION LABORAL AL AÑO 2000 Del análisis de las diferentes propuestas de los movimientos laborales del país derivarán nuevas opciones para los trabajadores costarricenses, de cara al fin de siglo. Con este debate que concluimos hoy, Día del Trabajo, pretendemos hallar algunas respuestas. Mariana Lev.
Корен LIC. OSCAR BEJARANO COTO Experto en Derecho Laboral OO Movimientos sindicales: hacia el siglo XXI Novarum, de la siguiente y hermosa manera. Es certísimo que, así como en el cuerpo se unen miembros entre si diversos, y de su unión resulta esa disposición de todo el ser, que bien podríamos llamar simetría, así en la sociedad civil ha ordenado la naturaleza que aquellas dos clases se junten concordes entre sí, y se adapten la una a la otra de modo que se equilibren. Necesita la una de la otra enteramente; porque sin trabajo no puede haber capital ni sin capital trabajo. La concordia engendra en las cosas hermosura y orden: al contrario, de una perpetua lucha, no puede menos de resultar la confusión junto con una salvaje ferocidad.
Es apropiado recordar que el desarrollo no es sólo crecimiento económico, aumento del producto nacional bruto, del ingreso per capita o mejoramiento de los indicadores financieros en términos estrictos. El desarrollo, en términos solidarios, de doctrina y práctica cristiana, es un proceso de crecimiento y también de redistribución de la riqueza y del ingreso nacional, pero en un entorno de plena vigencia de los valores democráticos, de esfuerzo propio y ayuda mutua, de organización asociativa para mejorar la condición y calidad de trabajo y de vida, generando empleo y aumentando ingreso.
Cada costarricense debe tener y ejercer el derecho a organizarse y a seleccionar opciones de afiliación y membresía social, con absoluta libertad e independencia. Esta exigencia brota de nuestra Constitución Política, es parte integrante de la democracia que vivimos y de nuestro acendrado respeto por la dignidad de cada ser humano.
Democráticamente, debe existir un fortalecido movimiento solidarista, un vigoroso crecimiento cooperativo, un activo sindicalismo, asociaciones de desarrollo comunal en cada rincón del país y simientes de organización asociativa en cada comunidad, según los intereses y convicciones de cada costarricense. Esta es la siembra de las semillas democráticas y que cada costarricense elija el o los surcos que informada y conscientemente desee.
La base social organizada del país debe concertarse en torno a lo que la une, evitando lo que la separa. Es mucho y consistente lo que la práctica demuestra que son tareas y objetivos comunes, como se prueba en el solidarismo entre por ejemplo trabajadores y empresarios y, con la misma legitimidad, entre cooperativistas y sindicalistas, por vía de referencia. Los desafios, angustias y peligros, no vienen de cooperativistas o sindicalistas o de los jóvenes y mujeres organizados entre ellos. Los retos, profundos, vienen de otras fuentes: la pobreza y miseria de muchos de nuestros compatriotas, la falta de recursos productivos de miles de campesinos y productores agropecuarios, la marginalidad y olvido en que se ha sumido a regiones y pareciera provincias enteras, la concentración de recursos y riquezas en un número aún reducido de personas, y la falta de oportunidades empresariales para los grupos sociales de base, con motivación y voluntad de trabajo.
Hoy, primero de mayo, es dia propicio para la reflexión, partiendo de los anteriores principios y de la idea de promoción de las organizaciones laborales, que considero de clara conveniencia y utilidad pública y que deben proyectarse hacia el futuro para bien de la participación democrática en los beneficios del desarrollo.
La República Marcia Salas GERMAN SERRANO PINTO Primer Vicepresidente de la República a e El futuro de las organizaciones laborales el nacimiento del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, englobados bajo un mismo signo Derecho Social en la segunda mitad del siglo XIX, los sindicatos, prohibidos hasta entonces y desde la Revolución Francesa con su famosa Ley Le Chapellier, que cercenó el derecho de libre asociación, tuvieron un papel relevante. No cabe duda de que fueron el motor principal de las reformas sociales, salvo en Alemania, por la inteligencia de Von Bismarck, el Canciller de Hierro, quien impulsó las nuevas leyes en previsión de una revolución como había ocurrido en Francia e Inglaterra.
La Iglesia Católica, a partir de su conocida Enciclica Rerum Novarum (León XIII 1891. tomó partido a favor de la clase trabajadora y elaboró toda una doctrina de libertad de asociación, y desde luego en esta materia en favor de la asociación sindical, reiterada en los posteriores documentos sociales (Quadragessimo Anno, 1931, Mater et Magistra, 1961, Pacem in Terris, 1963, Populorum Progressio, 1967, Octogésima Adveniens, 1971, Laborem Excercens, 1981 y Centesimus Annus, 1991). Preciso es recordar que desde 1919, en el Tratado de Versalles, que puso término a la Primera Guerra Mundial, al fundarse la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se reconoció como pilar fundamental de esa entidad, y sus actividades, el derecho de sindicación de los trabajadores y empleadores. La OIT funda toda su actividad en el tripartismo, Estado, trabajadores y empleadores, y sus sindicatos. Toda la actividad internacional en el campo laboral está señalada por ese hecho y la activa participación de los sindicatos a nivel nacional en los organismos sociales.
El sindicalismo constituye, pues, una realidad social insoslayable; es un derecho constitucionalmente aceptado en el derecho moderno y un derecho humano de contenido social indisputado. Todo el porvenir en el campo social debe tomar en consideración este importante factor de participación de las organizaciones obreras.
Ei sindicalismo pasa un mal momento; sus dirigentes no han sabido, en la mayor parte de los países, adaptarse a los violentos cambios impuestos al mundo de lo social, por diversos factores; se habla de revoluciones en el correcto sentido del vocablo, tales como los avances tecnológicos, las crisis económicas, la apertura comercial, la consiguiente reconversión industrial y la liberalización en todos los órdenes de la vida, sobre todo en el campo económico. El Estado, que ha sido hasta la fecha el fiel de la balanza social, tiene sus propios e ingentes problemas y lucha para sobrevivir acosado por la falta de fondos para pagar sus propias obligaciones sociales, reduciendo su ámbito y disminuyendo su papel de intercesor obrero.
Si en algunos países de excepción, como Italia o España, el sindicalismo se ha adaptado a los tiempos modernos, aceptando niveles de concertación social que permiten dar paso a los nuevos vientos liberalizantes en el campo de la producción, lo que afecta necesariamente ciertos derechos tradicionales, o adquiridos, en América Latina el sindicalismo sigue enquistado en viejos sueños de grandeza, que no guardar relación con la reducción de sus afiliaciones, cada vez menor; en la mayoría de los países americanos, incluidos Estados Unidos de América, la participación sindical que otrora llegó a un treinta por ciento, no sobrepasa el diez o quince por ciento de la clase tra2 Face cien años, cuando las riquezas se acumulaban peligrosamente en pocas manos y la multitud empo. y vida, por salarios justos y por emerger de su desgraciada condición, se escuchó la voz de León XIII impulsando a los trabajadores a juntar sus fuerzas. Mejor es que estén dos juntos que uno solo, porque tienen la ventaja de su compañía. Si uno cayere no tiene quien lo levante. exhortaba a los cristianos, en la Encíclica Rerum S bajadora. Si el sindicalismo no cambia su visión del mundo del trabajo, seguirá perdiendo importancia como fuerza social y cada vez será menos interlocutor válido en los grandes problemas del trabajo a nivel interno frente a los empleadores, o externo frente al Estado.
La disgregación de las cúpulas sindicales, federaciones y confederaciones, en nada ayuda al problema, a pesar de intentos nacionales de reducir el exagerado número de confederaciones que se reparten escuálidas fuerzas sindicales.
En el futuro, se percibe claramente un continuo crecimiento del solidarismo que es otra forma de asociación y, por tanto, hermana de sangre del sindicalismo, así como de la otra forma asociativa laboral, el cooperativismo.
La razón de ese crecimiento consiste en que el mundo de los próximos años valorará más la concertación que la confrontación; mientras la praxis, y la imagen que se percibe en general, de los sindicatos es de confrontar a los empleadores, en lugar de coordinar con ellos el crecimiento y prosperidad de la empresa, como conjunción de capital y trabajo en la producción de bienes y servicios en favor de una mejor sociedad para todos los habitantes, la marcha ascendente del solidarismo será la nota, mientras que el descenso sindical seguirá minando la participación de esta importante forma de asociación, en la toma de decisiones.
En un medio político social democrático y sano, no debe desaparecer el sindicalismo; sería lamentable porque constituye, o debe serlo, la voz y conciencia de los trabajadores de un país; ello dependerá en gran medida de la actitud de los dirigentes sindicales. La miopía deforma la visión del mundo; es preciso corregir ese defecto de visión para poder ver la realidad tal cual es. El mundo del siglo venidero no aceptará a quienes ven en la realidad de las relaciones obrero patronales a enemigos irreconciliables; la paz que reina a nivel mundial, la perestroika y el glasnost soviéticos, no son más que recuerdos o presagios de un mundo que, en lo social y en lo laboral, es de mutuo entendimiento entre los factores de la producción, el mundo del capital y el del trabajo, que en un tiempo se consideraron opuestos y ahora son socios con un mismo destino: el de toda la raza humana. a e e bebsibetle docushenitolosſdropiedad della Bibloteči dadioba Miquel Obregón Licaror gerbigrenoa Nagorat de Biblioteca del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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