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LA REPUBLICA. Lunes 23 de julio de 1990 13 COMENTARIO INTERNACIONAL Carlos Roverssi CTUALMENTE, se gastan tres trillones de dólares en armamentos nucleares; uno de ellos, de 20. 000 megatones, que usado en su más mínima potencia, destruiría al 50 de la humanidad.
Centro América no escapó al peligro; en 1954, durante el conflicto interno de Guatemala; en 1963, en el enfrentamiento denominado guerra de los misiles, entre Cuba y Estados Unidos y en 1989, durante y la crisis panameña, el Pentágono estudió la posibilidad de utilizar armamento químico y no convencional. pesar de las exitosas negociaciones que han pactado las grandes potencias para reducir la producción y utilización de armamentos nucleares, la problemática de la industria de la guerra sigue marcando la pauts de las relaciones internacionales a fines del siglo XX.
La existencia de 60. 000 bombas atómicas, 80 mil millones de toneladas de dinamita, gastos militares en los países pobres de hasta un 80 de su presupuesto; la posesión de armas nucleares por 37 países, en vías de desarrollo, imposibilitan que las negociaciones de desarme y control de las grandes potencias sean la solución definitiva a una posible hecatombe nuclear.
Mantengamos la vida en el planeta Destrucción o desarrollo El de agosto de 1945, el Presidente Harry Truman dio la orden para lanzar la primera bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, donde resultaron 140. 000 muertos, 000 abortos, malformaciones congénitas en el 80 de la población, y marcó un nuevo derrotero para la humanidad.
El informe de la Comisión Brandt diagnosticó que, a fines de los años 70, el volumen anual de gastos militares alcanzaba ya los 450 mil millones de dólares, mientras que la ayuda oficial para el desarrollo solamente ascendía a menos del de esta cifra.
Hoy día, a inicios de la década del noventa, la tercera parte de la ayuda internacional se dirige a la compra de armas y el 80 de los países gasta más en armamentos que en salud y educación juntos.
Según se desprende de las investigaciones realizadas por especialistas de la Organización Mundial de la Salud, sólo medio día de producción de armas podría costear todo el programa de erradicación de la malaria, y menos aún se necesitaría para vencer algunos tipos de cáncer.
Tres horas utilizadas en fabricación de armas podrían solventar el problema de la salud de un millón y medio de niños y resolvería cerca del 50 de los problemas habitacionales en el mundo.
El costo de la fabricación de un tanque moderno, que cuesta un poco más de un millón de dólares, permitiría mejorar las facilidades de almacenamiento de 100 mil toneladas de arroz para salvar del deterioro a 000 o más toneladas (una persona puede vivir con un poco más de una libra de arroz Con el precio de un avión de combate se podrían establecer 40 mil farmacias rurales.
Con la mitad del del gasto militar en el mundo se podría pagar todo el equipo agrícola necesario para incrementar la producción de alimentos y lograr, incluso, el casi total autoabastecimiento en los países de bajo ingreso.
Junto a este crecimiento exorbitante del gasto militar, viene una deuda externa impagable, la reducción de la producción alimentaria en el mundo, un déficit habitacional impresionante, reducción en los índices de salud y alfabetismo. El desarrollo no existe o es casi imperceptible en los países pobres, que cada vez se sumergen más en la miseria, a causa de las denominadas guerras convencionales.
En la actualidad se calculan en más de 800 millones los desempleados en los países denominados del Tercer Mu esto significa aproximadamente que un 40 de sus pobladores apenas sobrevive o asegura sus necesidades básicas.
Hay todavía países del Africa donde un niño de cada cuatro no sobrevive hasta su primer cumpleaños, la ceguera aflige a 30 40 millones de personas en los países en vías de desarrollo hoy se supone que una quinta parte de la población de estos países están en estado de desnutrición; los cálculos señalan que esto significa aproximadamente 000 millones de seres humanos.
Si se tiene presente que el poder político nace, de algún modo, de la fuerza física y que su conservación depende, en alguna instancia, de la posibilidad de recurrir a la violencia, el armamentismo será considerado como necesario e imprescindible para sostener las estructuras de poder en los países considerados como no democráticos, y ¿por qué no? en algunos que se tifien de este criterio ideológico.
El desarrollo de las tecnologías militares permitió que los gastos en investigación para el desarrollo se desviaran a sus intereses y provocó que la industria de la guerra se convirtiera en la base económica de los países desarrollados, y determinó que su indice creciera, incluso, más en tiempos de paz. Ejemplo de ello es que el Departamento de Defensa Norteamericano, según lo denunció Wright Mills, era el mayor dador de empleo en el mundo (3 millones y medio de militares, más un millón y medio de empleados civiles. además posee 13 millones de hectáreas del territorio americano y en ultramar, estipula contratos de suministros por más de 40 mil millones de dólares anuales y es propietario de 35 estaciones televisivas en el mundo y publica 450 periódicos y revistas.
Otros dato que se da es que en los Estados Unidos existen 30 mil militares que tienen acceso a las armas nucleares y que mil de esos empleados son despedidos, cada año, por problemas de psicopatía, drogas o alcohol; lo que produce una nueva posibilidad de error en su manejo.
El gasto mundial en armas, que para 1949 era de 51 mil millones, en la década de los noventa es de cerca de trillones de dólares anuales, o sea, dos billones diarios se gastan en este rubro.
Según el politólogo y filósofo alemán Clausewitz, la guerra no podía teóricamente acabar con la humanidad, ya que era una industria que permitía generar empleo y conservar el poder, pero con la era termonuclear este planteamiento falló. partir de la catástrofe de Hiroshima y Nagasaki, las relaciones de poder en el mundo variaron sustancialmente y el proceso de la guerra transformó al mundo en un posible blanco de destrucción.
Con la presencia de este fenómeno se plantearon dos alternativas: a la reduccionista, que propone la reducción inmediata de las armas atómicas y convencionales; pues ambas matan por igual, aunque en diferente cantidad. la totalitaria: según ésta, al existir armas que podrían destruir a toda la humanidad, el temor limitaría su uso y sólo se centraría la industria de la guerra en armas convencionales; esta ha sido, un poco, la política de las grandes potencias en la denominada guerra de las galaxias.
al día. El armamentismo Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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