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Kidnapping

Roch. Gracias. Irene que le presenta la pipa. Su muerte fué llorada por todo el ejército. Sus últimas palabras fueron para confiarme su hija, para encargarme que la sirviera de padre y la llevara reunirse con usted y este juramento que hice al mejor de mis amigos me tenía en continua zozobra, pues en aquella bendita Argelia no sabe uno lo que va encontrari detrás de cada árbol. Este diablillo (por Irene) que era el recluta más insubordinado del ejército, cabalgaba mi lado, y detrás Germán con dos soldados de la escolta. Al llegar a una colina comenzó cojear mi yegua Fátima.
Me apeo para averiguar la causa, y mientras libro al pobre animal de la piedra que tenia elavada en el casco, esta señorita (señalando Irene)
parte al galope, rodea la colina, desaparece de mi vista, y casi al mismo tiempo resuena un grito tan desgarrador, que han pasado tres años y me parece estar oyéndolo. Acudo al punto y veo lo lejos mil bombas! Ivene arrebatada por un árabe gigantesco que huía protegido por otros dos kabilas. Fátima volaba, y en breve pude aleanzar al bandido, quien maté de un pistoletazo; al quebrar mi espada en el pecho del segundo bribón, mi yegua, herida en la cabeza, cayó cogiéndome una pierna debajo; y ya el tercer bandido iba a despacharme para el otro barrio, cuando de un tremendo sablazo le partieron la cabeza (sale Germán retirar el servicio de café. Is. Qué horror. quien os salvó tan tiempo?
Roch. Levantándose y diordo una palmada en el hombro de German) Este mozo: sin él no estariamos contando el cuento.
Ger. Balı, señor! Hice simplemente lo que cualquiera en mi lugar habría hecho igualmente. Vase. Is. Excelente hombre!
Roch. No hay dos como él: su cariño hacia mí raya en adoración, y por complacerme sería capaz de arrojarse desde un quinto piso. Ya ve usted: me salva la vida y considera eso como la cosa más natural.
Irene. Durante el relato ha estado ocupada en una labor de aguja. qué diré yo de usted, que por salvarme arriesgó la vida, atacando a mis tres raptores sin reparar en su número? Mamá ya sabía su heroica conducta, pues yo le referí el lance poco después, a pesar de que el médico había prohibido todo todo lo que pudiera impresionaria. Cree usted que estas cosas pueden callarse olvidarse?
Roch. Siempre exagerada! Si alguien mostró valor aquel día, no fuí yo ciertamente, pues me desmayé como una señorita al pensar en el peligro que habías corrido; fuiste tú, que al darme un vaso de agua tenias el pulso ian firme, que ya lo quisiera yo para los tiradores de mi regimiento. Pausa corta)
Irene. No han reparado ustedes que Germán tiene sólo un defecto? Is. Un defecto Roch. Cuál?
Irene. Su afición los mentes: antes se dejaría cortar un brazo que dejar de encajar en la conversación un perfectamente un francamente.
Roch. riendo) Francamente no había reparado en ello.
Irene. tampoco la reparado usted que ya es hora de nuestro paseo cotidiano?
Roch. mirando su reloj) Vaya, pues tienes razón. Germán. llamando Ger. Sale y saluda militarmente) Mi Coronel?
Roch. Están listos los caballos?
Ger. Completamente, mi Coronel.
Irene. Completamente. Qué les decía yo a ustedes. Se rien) Voy cambiar completamente de traje. Pronto vuelvo: no se impaciente usted. Continuará.