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Roch. Revisa con mucho cuidado la silla de Irene y sobre todo el freno de su potro, pues es un animal muy fogoso que solo espera un pretexto para desbocarse.
Ger. Perfectamente, mi Coronel.
Roch. Es preciso no acercarse al camino de hierro, pues dentro de un rato pasa el tren de París y pueden asustarse los caballos.
En todo el paseo nada de galopar ni saltar fosos: al paso, nada más que al paso.
Ger. Exactamente, mi Coronel. 18 Siempre que Irene sale caballo, me quedo llena de inquietud. Es tan aturdida!
Roch. Pero no es imprudente, y además sabe tenerse muy bien en la silla (á German) Ya sabes que si la señorita vuelve con un brazo roto un pie dislocado, te mando fusilar por la espalda.
Ger. Naturalmente, mi Coronel Irene. Con amazona azul, sombrero y un latiguillo. Aquí me tiene usted, señor galán.
Roch. Encantadora!
Irene. Nada de adulaciones y en marcha.
Roch. Hija mía. esta tarde. no puedo acompañarte.
Irene. También bromista?
Roch. Hablo seriamente: esta tarde te acompañará Germán.
Irene. se puede saber el motivo de esa orden superior?
Roch Con la vida deliciosa que llevo vuestro lado hace cinco meses, me olvidé por completo del servicio, hasta que vino recordármelo hace poco una nota del Ministerio. Tengo que despachar ahora mismo una porción de asuntos. un informe. qué sé yo.
Irene. Siempre el maldito servicio! En fin, cómo ha de ser! Vamos Germán. Besa su madre que está leyendo un periódico, y presenta la frente al Coronel. Is. Por Dios, mucha prudencia, hija mía.
Roch. sobre todo, le prohibo usted galopar y saltar zanjas. Germán. Cuidado con la consigna!
Ger. Perfectamente, mi Coronel. Vase con Irene por la izquierda. Continuará. POR EL ARTE ¡Cuán hermosa es la muerta! exuberante Su desnudez sobre la losa brilla, Yo la contemplo pálido y jadeante tiembla entre mis manos la cuchill, El profesor, que la ocasión bendice De poder explicar algo muy bueno, mí se acerca y con placer me dice. Hágale usted la amputación del seno.
Yo que siempre guardé por la belleza Fanatismos de pobre enamorado. Perdonadme le dije con tristeza, Pero esa operación ya la he olvidado.
Se burlaron de mí los compañeros, Ganó una falla mi lección concisa, Vi en la faz del maestro surcos fieros en la faz de la muerta una sonrisa!
RODULFO FIGUEROA Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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