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para la casita?
paso mesurado y corta distancia, aparentando ser el dueño de la teja.
cual se hallabe precisamente parado a la puerta. y se le ocurrió seguirlas. con ;Cómo, Nor Valentín. le dijo don Baltasar įva hizo compra de Beja For Valentín, con aquella seriedad que le caracterizaba en actos semejantes, contestó. Qué le parece, don Baltasar: compré ese poquito de teja! el viejo Zorra siguió su camino cabizhajo y meditabundo, hasta que las carretas dcblaron la esquina de donde se desprendió para tomar otro rumbo.
Días después de lo ocurrido. se presentó sor Valentín en casa de dun Bal.
ensar, con carácter de urgencia, solicitando de él una entrevista. Le fué encedida. y en ella le expuso un sinnúmero de necesidades y deudas que lo aquejaban. concluyendo por proponerle la venta de la teja de su casa. Ajustaron precio y le fué entregada la suna convenida.
Don Baltasar envió dos carretas. como que eran dos las que había visto pasar con Nor Valentin. casa de éste por la teja que le había comprado. Cuál no sería la sorpresa de los arrieros, llegados que hubieron al rancho de nuestro héroe, cuando éste, con la parsimonia más grande sacó una escalera y apoyándola en el alero de la casucha los invito que subieran y tomaran la feja, es decir, la única que había en la cumbre del rancho sirviendo de pisadora de las hojas que lo cubrían.
Los boveros protestaron de aquella broma, pero or Valentin, siempre se rio, los obligó que recogieran aquél tiesto, lo echaran en uva de las carretas y se lo llevaran a su nuevo dueño.
Así lo hicieron, aunque bastante mohinos y temerosos de recibir regano de su amo, por llegarle con semejante embajada.
Llegaron a casa de don Baltasar, y éste, al notar el vacío de las carretas, preguntó el motivo. Señor. contestaron temblorosos y turbados. Vor Valentín nos obligó traerle Ud. esta trja que era la única que tenia en su ensa!
La cólera se pintó en su rostro y ordenó que le dieran parte la autoridad, de aquél engain. El Juez hizo llamar su presencia For Valentín, quien poco rato después llegó mostrando sorpresa por aquel llamamiento. Nor Valentin. dijo el Juez. dirigiéndose nuestro hombre: don Baltasar se queja de que Ud. lo ba engañado en la venta que Ud. le hizo de un poco de teja. el viejo, tomando una actitud indescriptible imponiéndose la justa indignación de don Baltasar, que se hallaba presente, y la recta severidad del Juez, habló de esta suerte. Vamos ver, dan Baltasar. qué le he vendido yo. La feja de tu casa. contestó con disgusto sequedad el interpelado. Pues bien, señor Juez, la teja de mi casa es esa misma que le le mandado don Baltasar y que ha sido la única que he tenido en la cumbre de mi rancho desde que lo fabriqué.
Tanto don Baltasar como el Juez comprendieron la burla, pero comprendieron también que no había lugar reclamo, porque la fuerza de la lógica del argumento de nuestro lembre era concluyente Así fué que el enojo en don Baltasar y la severidad en el Juez desaparecieron como por eneanto para convertirse en risa, justo pago de aquella original y atrevida empresa.
Costa Rica. Diciembre de 1903. ANTONIO ARGUELLO Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.
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