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dieron.
disima alarma.
Quiso retirar el brazo, pero las patas del animal se lo impiNuestro hombre se volvió precipitadamente, poseido de granCon los ojos encendidos, el pelo erizado y las garras salientes, la fiera no abandonaba la mano de su amo, manchada ya por algunas gotas de sangre.
El infeliz viajero tuvo la intuición inmediata de que estaba completamente perdido.
La tigre había probado la sangre y su acre sabor despertaba todos sus instintos. Por lo tanto, disputaba la presa que deseaba con toda la fuerza de su imperiosa naturaleza.
261 SAX Jost Vista cerca de Parque Central El joven, pálido de espanto y con las sienes inundadas de sudor, comprendia que al menor movimiento practicado para retirar el brazo, la bestia ávida de sangre se presipitaría sobre él.
El desdichado no se atrevia levantar la voz, apelando su antigua autoridad, y se limitó decir cariñosamente. Suéltame, Velleda. Suéltame!
Pero el animal, sin hacerle caso, respondía su amo con terribles rugidos y nuevos y más profundos arañasos.
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