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Roch. No quiero contrariar los nobles designios de usted. Con firmeza)
Irene no llevará ni un céntimo de dote: esa es mi última palabra. Se levanta. Pant. Levantándose gravemente y sacando el reloj. Señor conde de Verteuil, son las CUATRO TRES CUARTOS.
Vert. Oh! maldición. Trata de huir por el fondo, pero Pantu da dos palmadas y aparecen dos agentes de policía que se apoderan del conde.
El coronel está de pie con los brazos cruzados. Is. Pero ¿qué es lo que pasa?
Pant. Señores, voy a explicarles.
Roch. Es inútil, lo sé todo. Lárguese usted.
Pant. Sírvanse perdonar este mal rato. Vase seguido de los agentes y Verteuil. Is. Amigo mío, yo estoy soñando. Qué es esto?
Roch. Lo que pasa, querida doña Isabel, es que hemos estado punto de ser víctimas de un bribon. Verteuil, arruinado por sus calaveradas, había firmado pagarés por valor de cien mil francos; pero cuando los acreedores quisieron hacerlos efectivos, encontraron que tenía hipotecados sus bienes por el doble de su valor, por lo cual le llevaron ayer ante los bunales de comercio. Allí declaró mise.
rable que tenía concertada la boda con una rica heredera, y que una vez firmado el contrato de matrimonio pagaría sus deudas con el dinero de su mujer. El tribunal le concedió de plazo hasta hoy a las cuatro y tres cuartos, condición de que Pantu, agente del tribunal, viniera cerciorarse de lo dicho por el conde, sin separarse de él ni un instante. Si la hora señalada no estaba arreglado el negocio, Verteuil iría pasar dos años en la cárcel de Clichy. Allá le llevan ahora. 1s. Jesús, cuánta infamia! Pero cómo llegó usted descubrir tan horrible intriga?
Roch. No fuí yo, sino mi fiel Germán, quien habiendo sorprendido una conversación sospechosa de esos miserables, los siguió con disimulo y derrepente tropezó con dos polizontes disfrazados que estaban en el jardin. Tomándolos por vagabundos, Germán los agarró del cuello; y entonces ellos, para librarse de los herculeos puños de mi asistente, le pusieron al corriente de todo. Is. Vi pobre Irene. Qué golpe tan terrible para ella si es cierto que ama ese bribón!
Roch. Sí, le ama. La ha visto usted. Dónde está? Is. Quizás en su habitación. Voy prepararla para recibir la cruel noticia. Pobrecilla. Vanse. Continuará. Nunca halla la inocencia tanta protección como el crímen.
LA ROCHEFOUCAULD Un hombre honrado es en la Corte una planta exótica que se apresuran devorar millares de insectos.
MALESHERBES 102