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noticias plausibles y de los bienes que alcanzaba la República, muy especialmente del reconocimiento de su independencia por el Papa y por España, de la celebración de tratados con las principales naciones de Europa y de la erección de esta nueva Diócesis. Amante de su familia, dió pruebas ejemplares de sus virtudes domésticas en todos los períodos de su vida.
En fin, como Magistrado y como ciudadano, apareció en un punto de vista culminante, alcanzó el timbre de Benemérito y bajó la tierra, llevando consigo la tranquilidad del varón justo, y dejándonos pesar en el corazón, lágrimas en los ojos y el ejemplo de su vida. CALVO, padre. Necrología, 185)
Dos Coronas Me encaminé al sombrío cementerio Donde duerme mi madre, que amé tanto, mientras, del silencio en el misterio, Su sepulcro regaba con mi llanto, Ví través de los sauces somolientos Una joven mujer, pálida y bella, Que llevaba de horribles sufrimientos Sobre su rostro la indeleble huella.
Sola y triste en sus brazos conducía, Muerto al hijo primer de su ternura, al peso y al dolor desfallecía Auxilio demandando en su amargura.
Me apresuré, tomé junto mi pecho Al niño hermoso que expirado había; le conduje hasta su frio lecho Donde por siempre reposar debía.
Besó la madre llena de amargura Al hijo que costó tántos dolores yo le coloqué en su sepultura, Eché la tierra y le cubrí de flores.
Quedose allí de hinojos en el suelo La joven infeliz y solitaria. En su dolor de madre sin consuelo Murmurando tiernísima plegaria. desde entonces siempre que la hermosa tierna madre al cementerio va llorar de su hijo ante la losa En medio del silencio y de la paz, Lleva de flores dos coronas bellas Formadas siempre con afán prolijo: Una para el sepulcro de mi madre, Otra para la tumba de su hijo.
SANTIAGO COLÓN (Guatemalteco)
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