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Los Zingaros (POEMA RUSO)
POR ALEJANDRO SERGIFSIEVIETCH POUCHKINE (1799 1837)
VERSION CASTELLANA DE JOSÉ FABIO GARNIER Los bohemios forman una tropa bulliciosa que vaga por la Bessarabia. Hoy plantan sus tiendas agujereadas en las riberas del Danubio. Por entre las ruedas de los carros y tras los pedazos de alfombra que constituyen sus tiendas se ven brillar las hogueras. Al rededor de ellas la banda prepara su cena. En el cesped los caballos pacen tranquilamente. Un oso domado ha elegido su lugar de descanso cerca de una de las tiendas. Todo se mueve en medio del desierto; parten mañana al despantar el día y es preciso hacer los preparativos. Las mujeres cantan, los niños gritan alegres, los martillos hacen vibrar con sus continuos golpes el yunque de campaña. Pero pocos momentos después sobre aquella horda vagabunda se extiende el sueño silencioso. La calma de la estepa no es interrompida sino por el aullido de los perros y el relincho de los caballos. Todo reposa, las hogueras se apagan y la luna brilla sola en medio del cielo vertiendo su pálida luz sobre la banda dormida.
En una tienda solitaria un viejo no duerme todavía. Sentado frente una hoguera que ya agoniza, recogiendo el muriente calor que produce, mira la llanura inmensa sobre la cual ha extendido su manto de brumas la noehe.
Su hija ha salido recorrer la campiña desierta. Ella volverá. pero es de noche y pronto la luna va ocultar su cuerno de oro tras los nubarrones que cubren el horizonte. Zemfira no vuelve y la humilde cena del anciano se enfría por esperarla.
Al fin llega, pero viene acompañada por un joven desconocido al bohemio.
Padre dice la joven traigo un huesped. Detrás del Kourgâne (Tumulus. allá en el desierto lo he encontrado. Quiere ser bohemio como nosotros. La justicia lo persigue. En encontrará una buena compañera que lo seguirá por doquier. Se llama Aleko, El anciano. Bien, Aleko. Permanece durante el tiempo que quieras al abrigo de nuestra humilde ehoza. El pan y la habitación serán para los tres.
To acostumbrarás nuestras maneras, nuestra vida de miserias y de libertad. Mañana, cuando el sol empiece dorar la estepa por el Oriente, iremos en el mismo carro. Toma un oficio, escoge entre forjar el hierro o entonar canciones paseando el oso de aldea en aldea.
Aieko. Por ahora me quedo con vosotros, Mañana tendré tiempo para escoger.
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