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en voz alta. Ahora bien: zqué es lo que valen esos grandes maestros contemporáneos de la literatura española, que así distribuyen la immortalidad? Usted mismo verá. Uno de los más grandes, Campoamor, tiene conceptos com este: La prosa no es Arte. Ahí tiene el disparate mayor que podría decir un hereje literario. Abramos cualquier tratado moderno de Estética, éste, por ejemplo. dijo tomando un libro de su biblioteca. y comenzando leer En un sentido general y rigurosamente verdadero, la Poesía es el Arte mismo lo Bello revestido de una forma sensible No se debe confundir la poesía con las formas materiales de la poe.
sía. El verso es una de esas formas, la más corriente, pero no es la sola, puesto que no pertenece a la esencia del Arte. Puede haber poesía sin versos, como hay versos sin poesía. Dios nos libre de afirmar que toda la poesía reside en la forma rítmica y rigurosamente medida. Independiente por esencia del mecanismo del lenguaje, la poesía comprende en su vasta esfera todas las manifestaciones de lo Bello. Tan poeta es Platón como lo es Homero; y de todos los grandes prosistas, no hay uno solo que no haya sido un poeta de la idea pura, del sentimiento o de la imagen. Eso es admirable, opinó Guillermo, extasiado. Pues ya ve usted, concluyó la americana, cerrando el libro, que la insignificancia de la literatura de ustedes los Sud americanos proviene de sus maestros, de sus padres intelectuales. la causa principal de la insignificancia de todos, de padres e hijos, entiendo que es la misma: la falta de estudio hondo del instrumento artístico, siel lenguaje. Pues no es euriosa la aparición de ese decadentismo de Latino América, según el cual los libros matan la inspiración. Qué bárbaros!
Bertha hizo una pausa; reflexionó un momento, como si buscase las ideas en el fondo de su pensamiento, y agregó con animación. Usted mismo, señor Estrada, quien las revistas españolas y ame.
ricanas celebran como un inspirado vate y un excelso prosista, tengo la seguridad de que ignera el origen de la prosa como expresión literaria en los idiomas clásicos. Sabe usted por ventura quien fue el primer escritor en prosa de la lengua griega. Pues, si la memoria no me traiciona, creo que fué Cadmas de Milet, del siglo VI, antes de Jesucristo. Bravo! exclamó la americana, con un si es no es de despecho. de la lengua latina. Entiendo que fué un tal Appius Cæcus, hacia el año de 307 antes de Cristo, según Plinio. Magnífico, señor, replicó la letrada: lo declaro usted una excepción de los hombres de pluma de su raza. Pero vaya usted y pregunte sus colegas si hay uno solo que conozca la tonalidad, el ritmo de la prosa, en relación con la tonalidad y el ritmo del verso; pregúnteles uno uno qué semejanza tienen con el arte musical, y por qué la primera se rige por la tonalidad gregoriana, mientras que el segundo por la tonalidad moderna.
Ninguno lo sabrá. Para ellos, los libros matan la inspiración!
Ya eran pasadas las seis de la tarde, y Guillermo se despidió.
El día siguiente, que era un domingo, Bertha recibió un hermoso bouquet de siemprevivas, de claveles rojos, sostenidos con hojas de hiedra.
Ese ramo le llegó acompañado de una esquela anonima, la cual era una estrofa en inglés, imitación del gran poeta. Decía así: 165
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