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Un astro Pasó. Sobre su frente y su cabello Falguraba el diamante Los ojoe fijus, enareado el cuello, Desdeñoso el semblante.
De seda, encaje y oro in envotria Rica, ostentosa nube Como a reina oriental en fausto dia Cuando su trono sube.
Los negros potros de su raudo coche, Que aito blasón deeta, Pudieran ser uncidos por la noche Al carro de la aurora.
Todo su paso inclina la cabeza, CRI espiga ante el viento Poder y nombre, juventud, belleza, Opulencia y talento.
Linda cual Venus, cual Minerva nitiva, como Juno orgullosa Ys parece que es sol de lumbre viva, Ya de amor tierna rosa Cuántos, ay, de la envidia si contemplarla, El aguijón sintieron! cuantos, al pasar, por saludara Honra tos se creyeron! ella en triunfo, soberbia, fadiferente, Cruzó deslumbradora: Parece pueblo la apinada gente, Ela reina y señora ¿Quién es la excelsa, in orgullosa dama. Su vida es un misterio?
No; la conocen todos, y se llama. se llama ADULTERIO!
NARCISO CAMPILLO En el interior de la casa de don Alberto Gonzalez Au revoir Se va el viajero! Váse de Centro América ai vibrante suelo meridional. la cálida tierra de Juan Montalvo, donde el sol forja eternamente un gran himno de oro sobre la tierra fecunda, allá va él.
Vamos lejos! En qué remoto paraje, haremos de nuevo juntos el viaje a Castalia? Huyendo del invierno hostil, en la rama del mismo tilo.
desplegamos las alas, el uno hacia el Levante, lacia Occidente el otro.
Yo he supuesto y contemplado desde el alma fulgurante de Vargas Vila hasta el alma compleja de Blanco Fombona, pero no había jamás asomado mis ojos al abismo de un temperamento, mas exótico que el de éste Pastor Ríos. Poeta aito. propagandista hidalgo de todo nombre joven; en la vulgaridad de esta América yanquizada, evoca la bohemia antigua. Eu la vieja Francia ilustre se le llamaría, nieto de Baudelaire hijo de Sthefan George.
Vamos lejos! Seguiremos la peregrinación dolorosa hacia climas nuevos, enfermos acaso de ese mal que el poeta mejicano diagnosticó así: siajar de zona en zona, es un instinto en certos genios, como en ciertas aves.
En la puerta obscura del Azar, a la hora del adiós, bajo el cielo implacable, agitemos el pañuelo en el gesto de la despedida, y fijo el pensamiento en el lejano porvenir, digámonos fraternalmente: du revoir. au revoir.
CENTRO AMBICA.
ESILIANO HERNÁNDEZ 189