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X Aleko duerme; una pesadilla le atormenta. Se despierta gimiendo. El celoso extiende su mano y con ella toca el sitio de su Zemfira, frío y desocupado. Temblando se levanta. Todo a su alrededor está tranquilo. Se es tremece, se siente febril. Sale de su tienda y pálido, da vueltas al rededor del dormido campamento. Ningún ruido, la campiña permanece muda. La oscuridad reina. La Inna vela su faz de oro tras unos nubarrones. la titilante luz de las estrellas, Aleko ha encontrado huellas en el césped. Van hacia el Kourgâne. Se precipita siguiendo esas huellas funestas. Llega cerca de la tumba blanca que se levanta un lado del sendero. Un siniestro presentimiento le agita, camina vacilante. Sus labios tiemblan, sus rodillas se doblan, avanza y. es un sueño? Dos sombras se ven allí una al lado de la otra y se oye el murmullo de dos voces que hablan sobre la tumba profanada.
Primera voz. Ya es tiempo.
Segunda voz. Permanece un poco más conmigo.
Primera voz. Es necesario que nos separemos.
Segunda voz. No, no, estemos juntos hasta el amanecer.
Primera voz. La aurora se acerea. Vuelvo mi tienda.
Segunda voz. Que amante tan tímida! Espérate un momento más.
Primera vos. Tu quieres perderme.
Segunda voz. Un momento más.
Primera vos. Si mi marido se despierta y no me encuentra su lado?
Aleko. Se ha despertado. Que haceis aquí? Permaneced juntos. Formáis un citadro encantador profanando esa tumba.
Zemfira. Amado, sálvate, huye.
Aleko. Aguarda donde vas, hermoso galán y joven cobarde. Es.
pera, toma. lo hiere con su puñal. Zemfira. Aleko!
El joven bohemio. Estoy herido de muerte.
Zeinfira. Aleko, no lo asesines. Pero estás lleno de sangre. Qué has hecho?
Aleko. Nada. Ahora puedes gozar con el amor de un muerto.
Zemfira. bien. Qué? No temo! Desprecio tus amenazas! Asesino, yo te maldigo!
Aleko. Quieres burlarte? Muere tú también. La hiere. Zemfira. Muero amando al otro y maldiciéndote tí, asesino.
XI El Oriente empieza a dorarse con los primeros resplandores del día Sobre el montecillo, Aleko lleno de sangre, con el puñal todavía en la mano, está sentado en la piedra de la tumba. sus piés deseansan los dos cadáveres. El rostro del asesino causa horror. Una banda de bohemios atemorizados le rodea. En el Kourgane, sus pies, abren una sepultura. Las mujeres, una después de otra, avanzan silenciosas y besan los ojos cerrados de Zemfira y su amante. El anciano padre contempla su hija dormida para siempre. Cuando está abierta la fosa la joven pareja es depositada en el seno frío de la madre tierra. Aleko, apartado, los contempla y al caer el último puñado de tierra sobre los cadáveres, baja de la piedra y se detiene, de pié, en el césped.
El anciano dirigiéndole una mirada severa le dice: Lejos de nosotros, hombre orgulloso! Somos salvajes y no tenemos leyes. En nuestro seno no existen ni verdugos ni suplicios. No pedimos los enlpables. como las que llamáis naciones civilizadas ni su sangre, ni su libertad, ni sus sufrimientos. Pero no podemos codearnos con un asesino.
Aleko, eres libre, vive solo! Tu voz nos asustaría. Somos gentes tímidas y 198