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de trabajo tan prodigioso. Cómo ha podido un obrero labrar por sí solo semejante mundo? si escudriñamos la historia de ese obrero, averiguamos que trabaja sencillamente para pagar sus deudas. Sí, ese gigante infatigable no era más que un deudor acosado por sus acreedores, que acaba una novela para liquidar un pagaré, que amontonaba páginas para evitar un embargo, que hacía ese milagro de producción soberbia mirando únicamente los vencimientos de cada mes. Parece que bajo al aguijón de necesidades siempre apremiantes, el cerebro ha estallado, rompiendo en una explosión de obras maestras.
Sólo tal hombre podía escribir la epopeya moderna. Era preciso que hubiese pasado por la quiebra para componer su admirable César Birotteau, que es tan grande en su perfumería como el héroe de Homero delante de Troya. Era preciso que hubiese andado por el arroyo de París con zapatos rotos para conocer las miserias de la vida, y levantar los tipos eternos de los Goriot, de los Felipe Bridau, de los Marneffe, de los barones Hulot, de los Rastigpac. Un hombre dichoso, que hubiese digerido sosegadamente y pa.
sado los días sin sacudimientos, jamás habría descendido esa fiebre de la existencia actual. Balzac, actor del drama del dinero, ha extraído del dinero todo lo terriblemente patético que encierra en nuestra época; y ha analizado asimismo las pasiones que mueven los personajes de la comedia contemporánea; ha pintado admirablemente su tiempo, porque sufría los males de su tiempo. Es el soldado colocado en el centro de la batalla de la vida, que lo ve todo, que se bate por su propia cuenta, y que refiere la acción en la fiebre misma de la lucha. Taine, en un antiguo estudio que hizo sobre él, tuvo que re.
montarse hasta Shakespeare para encontrarle un igual. la comparación es exacta. Sólo Shakespeare, en efecto, ha dado luz una humanidad tan gran.
de y tan viva. Son dos creadores de almas de la misma potencia, nacidos en dos sociedades diferentes. Uno y otro nos han dejado sus obras como vastos almacenes de documentos lumanos. La gloria de Balzac está en eso.
Otros han podido escribir en nuestra patria con más corrección y brillo; otros han podido ostentar una imaginación más equilibrada; otros han podido sobresalir en la lógica de los sentimientos, en la creación de figuras perfectas; pero nadie ha escudriñado más hondamente la humanidad; nadie, en suma, ia acumulado una masa más considerable de documentos.
YEDRAS el mundo recorrí. Qué solitario, Qué mudo estaba todo y qué sombrío!
Me pareció que en un inmenso osario Iba mi alma agonizar de frio.
Pero llegué un sepulcro y en las flores La frente al apoyar, sentí alegria De besos tibios, y escuché rumores De recuerdos con hálitos de amores. Åquel es tu sepulero, madre mia! RIVAS FRADE 204