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volar cuando se ve obligado a hacerlo; si ha sido verdaderamente auyentado, vuela por encima de los matorrales casi tocándolos, y se precipita otra vez en la profundidad; veces comparece sobre la punta de un tallo para inspeccionar desde allí su territorio.
Cuando está posado tranquilamente lleva la cola vertical, alguna vez también replegada sobre el dorso, hacia adelante; pero cuando corre con rapidez la mantiene horizontal hacia atrás. El macho deja oir durante la época del amor un breve pero gracioso cuchicheo; su reclamo es un suave «chirrr. En Costa Rica habita las regiones pantanosas de Talamanca, Matina, Pacuare, Reventazón, Turrialba y Naranjo de Cartago, en la vertiente del Atlántico; y en la del Pacifico: Pozo azul de Pirrís y las orillas del Rio Grande de Tárcoles. Su afán por ocultarse, lo lleva hasta fabricar su nido en matorrales verdaderamente impenetrables. Uno de los nidos que pude observar en Santa Clara, a mediados de Julio, estaba instalado en las primeras ramas de un limonero, como dos metros del suelo, construído en forma de calabaza acostada: la galería que conduce al depósito de los huevos mide cuarenta centímetros de longitud: su extremo interior es de forma ovalada, de nueve centímetros en su mayor diámetro; allí se hallan los huevos, sobre un lecho de hojas relativamente verdes, si se tiene en cuenta que todo el material de construcción lo forman ramitas secas y espinudas entretejidas en todas direcciones, cuya agrupación más parece una fortaleza, erizada de puntas de lanza. que la morada pacifica de pajarillos inocentes. La parte superior de esta calabaza espinosa está cubieria por fuera con hojas de pasto seco, en toda la extensión de la galería de entrada y bóveda del nido, manera de choza india, para que el agua no penetre en el interior. Las hojas verdes que tapizan el fondo del nido son suaves y de epidermis velluda. for.
mando así un lecho en extremo agradable; acostumbra además este pajarito llevar al nido, lo mismo que el Zoterré, algunas escamas de culebra. Otras veces construye su habitación en las ramazones secas, casi flor de tierra, pero siempre en la misma forma y con protección de espinas peligrosas para el que trata de perturbar tal vivienda. Pone dos huevecitos de forma auvad redondeada y color blanco mate, de 21 milimetros de largo por 17 de ancho en sus diámetros.
En la eterna lucha por la vida, ha dotado la naturaleza los seres débiles de especiales medios de defensa: hay pájaros, como las oropéndulas que columpian sus nidos en ramas verdaderamente inaccesibles, otros se amparan a los avisperos venenosos, y no pocas especies, como la presente, se valen de las espinas que los arbustos les brindan para defender los tesoros de su hogar.
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