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Violence

A vuelo de pájaro El mismo huracán de esterminio y muerte, de absorción y conquista que azotó los horizontes, de la última centuria, se desencadena sobre el siglo actual. Todos los síntomas indican que nos preparamos asistir una espantosa hecatombe, en la cual privará, seguramente, sobre el derecho de la razón el inapelable derecho de la fuerza.
Tal parece que la humanidad tiene sed de sangre; que los principios invocados por la civilización actual para oponer dique al desbordamiento de mezquinos intereses, sirven únicamente de incentivo para precipitar las catástrofes. No se desperdicia pretexto alguno, por fútil que sea, para decidir, por medio de la metralla, cualquier problema político que se plantée ante los gobiernos e la tierra.
Fot. Max. Rudin Banco de Costa Rica. San José Las naciones débiles, creyendo escudarse con su propia debilidad, como si ésta las amparase contra los desmanes que cometen, lejos de conven.
cerse de que caminan la ruina, dan motivo sobrado para pensar que la buscan; en tanto que las grandes potencias, temerosas la una de la otra, acechan la oportunidad para hacer acto de presencia y descargar sobre aquéllas el peso de sus arbitrariedades y de sus violencias.
Frases banales, letra muerta, han sido hasta hoy todos los proyectos formulados para detener el azote de la guerra. cómo no han de serlo, cuando los mismos evangelistas de las doctrinas de conciliación son los primeros en borrar con la punta del sable la firma que hubieran puesto al pié de las ordenanzas pacificadoras?
Si no es posible evitar el conflicto armado entre la Rusia y el Japón. cómo puede aspirarse apagar mañana la voz de «fuego» que puedan lanzar otros combatientes que intenten disputarse intereses de mayor valía?
Decidiríase Rusia a medir sus fuerzas con el Japón si el Gobierno del Czar no estuviese persuadido que la avalancha de cosacos que puede arrojár 80213