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Roberto Brenes Mesén

La voz de la esfinge DOÑA LAURA DE PRIETO EL VIAJERO Oigo la voz de las arenns; siento como un suave torrente de armonia inundando el Desierto, bajo el brillo del cadáver errante de la luna Todo pasó; cuando la muerte vino envuelta en ancho pabellón de arenas, cegaironse mis ojos de granito y me dormi también bajo el Desierto.
21, VIAJERO LA ENFTNJE Calla la tierra; el horizonte combo como el pujamen de ma vela hinchada es un girón del Infinito. Siente mi pobre ser su pequenez, su nada.
Es el Sara cantando con el viento al son de liras que en in poche taven las almas de los siglos que han pasado como bandadas de ibis por el Nilo.
Vélas venir como las Taras ondas del mar de Siria, al expirar los días en que florecen los rosales jonios.
LA ESFINJE Oye, vlajero; viene ya la aurora; la Busa destas tristes soledades afina si arpa porque llega la hora.
EL VIAJERO Como un pueblo de esbeltos sieomoros sitlen de Theni, la ciudad de Osiris, los principes del sol, reyes de Mentis, que llevan como simbolo un gran fris.
Vienen detris Kefren y Briquerinos y el rey Keops, el vencedor de Arabia, el rey eterno porque su tumba y dijo al tiempo: Dormiris conmigo sont en el fondo de mi blando lecho se han lormido junts las dos momias.
Ketén, mi padre, el principe creyente que me el latina de tine pinima, en cuerpo de leine mitte y me llamo rerin el alma, ins ondas olles del Desierto vienen mugiendo hasta bent mix plantas, el siman con unas melu cubierto she contempo sus colerias iustas.
He sentido avanzar las tempestades como hambrientos en las de beduinos, y un pasario a mis pies lonans edades cotto hasta los camellos peregrinos.
Soy el enim min profundo coninyo na nartai siturit, ora entonces a todo el mundo como el primer de Alejandria; hoy conservatorist remembranzas de freseas y olurosats juventude pendidas en lugar ligas.
Escucho el son del arpa, el suave canto de una vox indolente de sirena que llega a mis oidos como llanto, como quejas hundióndose en la arena.
No entiendo las palabras dese idioma pero hnilo que en el fondo del paisaje esa voz es la rifaga de aroma del lúgubre Desierto sin follaje.
Yo entiendo las palabras, pero existe Fo 10 sé qué fugaz melancolia en ese acento, que parece triste, alzando como un himno la Armonia, Oyendo esa canción la muerte es suave porque infunde esperanzas de otra vida donde llega el alma como un ave ghie regresti al lugar en que se anida.
Yo entiendo las palabras, pero hay dejos de una música extraía que suspira, como de una onda que murmura lejos rompiendose en las costas donde espira.
Canta talvez lo que jamais perece, esta eterna e inmortal Naturaleza que ha de ser joven cuando el hombre empiece sus faturos periodos de grandeza.
Canta esta inmensa soledad, que es bella, que es la imagen del fúnebre mariana, cuando a la luz de la postrera estrella vuelva nl polvo, por fin, la estirpe humana.
ROBERTO BRENES MESEN Santiago, Setiembre de 1895.
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