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hacia atrás, y los ojos dilatados miran allá lo lejos con una mirada fija que nada tiene de humano. Tiene todo el cuerpo cubierto de manchas azules y tojizas, unas redondas y otras largas y estrechas. De una herida del seno izquierdo, que es firme y redondo, se escapa la sangre formando delgados hilillos que han producidn una línea roja en el vientre y lo largo del musio derecho hasta la rodilla en donde el polvo mezelado con la sangre forma una costra oseura y repugnante. Parece que un inquisidor se ha distraído cortando a la pobre mujer una estrecha y larga cinta de piel. El vientre denuncia, por lo monstruosamente hinchado y acardenaleado que está, que ha Perlessen Fot. aynter Recuerdos de Semana Santa sido sometido un martirio despiadado. Los pies, afilados y pequeños, se afirman con trabajo sobre el polvo y no se comprende cómo aquella infeliz mujer se mantiene aún con fuerzas, pues tiene las piernas completamente heridas por el látigo de su esposo.
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