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Este va en la carreta; es un mocetón con camisa blanca y, gorra de astrakán por debajo de la cual cae, partiendo la frente, un gran mechón de cabellos rojos; con una mano guía y con la otra, intervalos regulares, pega tan pronto a la mujer como al animal. Los ojos de ese verdugo brillan con una expresión de triunfo feroz. Los cabellos hacen resaltar su matiz verdoso.
La camisa, arremangada hasta el codo, deja al descubierto sus brazos fuertes, musculosos, cubiertos de un vello rojizo, lleva la boca entreabierta y por entre sus labios, de cuando en cuando, se escapan gritos roncos y terribles.
Arre, bruja exclama riendo la multitud. Arre. Qué os parece, hermanos? detrás de la carreta la multitud, formando una ola inmensa, se mueve y grita, aulla, silva, ríe y veces se adelanta y profiere, mirando la mujer, palabras cínicas. En los rostros exeitados de las mujeres, los ojos brillan de placer. Los hombres injurian al que va sobre la carreta y éste les contesta con un ¡Arre, bruja! que causa terror.
El látigo, largo y delgado, se arrolla en torno del hombro y esconde su extremo en la axila de la infeliz. Entonces el verdugo tira hacia sí vigorosamente; la mujer lanza un grito agudo, y, echándose atrás, cae de espaldas en el polvo del camino.
Se detiene la procesión, pero pocos momentos después anda de nuevo y la mujer ensangrentada sigue su marcha dolorosa tirando de la carreta. el lastimoso caballo camina moviendo, cada paso, la cabeza hirsuta, como si quisiera decir. Cuán triste es el destino de los animales que se ven obligados por los hombres tomar parte en esos indignos castigos que las sociedades aplican los culpados! el cielo meridional resplandece sin una sola nubecilla ligera, y, desde el cenit, el sol de estío (lerrama generosamente sus ardientes rayos.
No créais que lo anterior es una imagen alegórica de la persecución y del tormento de un profeta desconocido en su tierra. no! así los maridos castigan sus mujeres infieles: es el cuadro de una costumbre que presencié el 15 de Julio de 1891 en la aldea de Kandibovka en el gobierno de Kherson.
MÁXIMO GORKI Exhalaciones Buenaventura Corrales. Por qué tus versos lúgubres y fríos.
Me dijiste hoy impregnas de amarguras?
ilgnoras tú que llevo el alma enferma De nostalgias horribles y de dudas. Por eso mis cantares son endechas En que rimo mis penas más profundas, y por eso remedan los arrullos De la torcaz que canta en la espesurä.
Son mis versos efímeros destellos Que de mi alma despréndense y fulguran, Con blanca palidez, como los lampos Que se escapan de noche de las tumbas.
ROSA DE CHAVARRIA 270
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