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Sas veinte pesetas de Margarita Tiene Margarita ocho años: es rubia, con unos ojos picarones, y una sonrisa de ángel en sus sonrosados labios. No siempre es buena, por que todas las niñas, su edad, aun las mejores, tienen a veces sus malos momentos. No sé que diablillo revoletea en su alrededor inspirándoles la desobediencia, mil caprichos. y ¡cuántas veces le dan oídas y siguen sus consejos!
La mamá de Margarita le había prometido veinte pesetas, una monedita de oro de Alfonso XIII, si era buena un mes seguido. Un mes. qué largo es! pero una moneda de oro ¡qué bonital se pueden comprar tantas cosas con veinte pesetas!
Margarita formaba los mejores propósitos: desgraciadamente el diabliHlo enredaba siempre de modo que antes de finalizarse la primera quincena, ya había perdido las veinte pesetas.
Un hermoso día de invierno pues los hay aun cuando está tan triste la naturaleza en esta estación del año. Margarita, que había salido con su mamá, se detuvo de repente ante el escaparate de un bazar contemplándole como en éxtasis. Qué haces, niña? le preguntó su mamá, sorprendida de la vivaci.
dad con que se había soltado de la mano.
Mira mamá, mira que bebé tan bonito. tan grande.
Muy bonito, hija win, pero muy caro. Cuesta más de 20 pesetas, inamá? preguntó Margarita con angustia. Veinte pesetas cabales.
Qué alegría, mama. quieres que lo compre el mes que viene?
No pudo la madre contener una sonrisa. Hace más de seis meses que quieres ganar las veinte pesetas que te he prometido. y. Mamá voy a ser muy buena. Ya lo verás. Hasta ahora no había visto este bebé; pero como lo he visto pensaré en él y. no pensarás en estudiar bien tus lecciones, en no tener faltas en la eseritura.
Mamá, solo pensaré en él cuando vaya a ser mala; y no lo seré. me dejarás comprarlo Ya lo creo, si logras ganar las veinte pesetas. Pero tánto es tu deseo de tener ese bebé?
Mucho: ya ves, hace tiempo que estoy sin muñecas: Eduardo ha roto las piernas de Pilar para ver lo que había dentro, ha metido Lola en la pe.
cera, te acuerdas. lloré tanto. le tirastes de los pelos con todas tus fnerzas.
Margarita cambió de conversación en seguida, porque la avergonzaba un poco el recuerdo; pero no olvidó al bebé que hablaba, andaba. y costava veinte pesetas.
Fué buena, lo que prueba que no es tan difícil serio durante los treinta días del mes de noviembre.
Por más que Eduardo la hiciera rabiar, no se incomodó lo más mínimo; supo todas sus lecciones y ni siquiera puso mala cara a los estudios de Charpentier ¡Qué alegria la suya el día primero de diciembre cuando llegó la hora de salir, muy abrigada por cierto, con su mama!
Llevaba en su manita en un portamoneda azul, que también le regalaron, la moneda de veinte pesetas tanta costa ganada. Andaba muy ligera, contando con voz un tanto conmovida todos los encantos del bebé. Con tal que no lo hayan vendido, mamá. qué te parece? No ereo que se compren muchas muñecas de veinte pesetas. Cuesta tanto ganar vein285

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