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no era tal libertad. Dudó mucho y terminó repitiendo su frase practicada consagrada: Costumbres de hombres libres. siguió su camino, fuera ya de preocupaciones. Pero no, que estaha poseído de una muy poderosa. Desde la víspera no había comido nada para emplear una frase exacta. sentía una hambre de diez mil cazuelas.
Registróse varias veces los bolsillos, sin encontrar más que el desconsolador vacío! ni un centavo, ni un pan! Entonces acertó pasar frente a un café. Los erizos, las legumbres, los huevos, los famosos tornasolados, las frutas tropicales, los hongos blanquísimos formaban en la vidriera una montaña de cosas exquisitas, arreglada en colinas superpuestas, cuya eús.
pide la constituía no el águila orgullosa, sino una perdiz trufada que con las alas abiertas parecía que ya iba emprender hacia la boca FE, ESPERANZA CARIDAD del ambriento espectador el más Por Ezequiel Jiménez Rojas apetitoso de los vuelos. Al pie de la montaña y rodeando sus flancos, había una hilera de botellas de legítimo Panquehue.
Con frente pegada al vidrio, diafragma odioso interpuesto entre su ambre y aquel festín, el ex presidiario sumióse por un momento en un sueño inauditoSoñaba que aquella vidriera no tenía obstáculos y que encaramado en ella, deshacía entre sus labios, la nieve de aquellos hongos, se embriagaba con aquel vino chispeante, hacía crugir entre sus dientes las tiernas carnes de la perdiz y concluía por hacer un árido desierto de lo que antes fuera montaña heliogabálica; ja.
más sueño más aperitivo.
Así como nunca se ha visto tampoco nn despertar más debilitante.
La negra realidad ostentábase desnuda ante la vista del pobre alucinaco; la vidriera segvía llena y su estómago vacío. Lo que antes era un apetito más o menos pronunciado, ahora llegaba a ser una hambre desesperante.
La bestia humana reclamaba su ración.
Hubo un momento en que el hombre resolvió entrar al café y pedir de todo lo que en él había. Nenecesitaba comer; la culpa no era suya si no tenía con qué pagar. El instinto socialista, innato en la gente pobre, quiso revelarse, pero lo retuvo un recuerdo que en aquel instante surgió todo 317

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