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mándose intelectual, se presenta con infulas de demoledore, y con actitudes de atleta, menos caritativo es reír, que mandarlo a estudiar diez años más para que le entre la!
modestia.
Las anteriores consideraciones no se aplican, ni podrían aplicarse la poetiza costarricense. Orquideas es un ensayo feliz de su numen incontestable. El éxito que ha obtenido le impone la obligación de hacer en breve algo mejor. Como ha demostrado que es capaz de un esfuerzo seguido y de un estudio perseverante, ella lo puede y lo debe hacer.
Alguien se lo dijo ya: necesita leer, estudiar buenos modelos. Ese consejo es el primero que da Ben Jonson los que quieran escribir bien.
Debe también buscar más riqueza, más selección en sus rimas; hoy sobre todo que no hay originalidad posible sino en la expresión propia de ideas ajenas.
Que se rinda cuenta de lo sagrado, de lo difícil que es el cultivo de las Letras humanas. Sólo un trabajo tenaz de todos los días y de todos los años de la existencia puede llegar poner en parte un artista en posesión del instrumento artístico. La misión del verdadero letrado es sagrada por las responsabilidades que entraña. Servid siempre para algo. le grita un profeta moderno. Bello es el arte por el arte; pero es más bello el arte por el progreso. Eso dicho, hacemos votos porque le vaya bien la poetiza costarricense en el viaje que ha emprendido hacia el templo de las Musas.
RAMÓN ZELAYA 339