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UN CASO En el alma de ese pobre muchacho había una mezcla extraña det ideas y sentimientos, traidos unos desde el fondo de su naturaleza, reco.
gidos otros en el laberinto de la vida.
Nacido para la poesía, esto es, para el amor, fué buscar esa fuente divina en el corazón de la mujer. qué otra parte habría él ido bus.
carla?
Pero resultó que su corazón fue envenenado por no sé qué tósigo mortal, que acaso se llama ingratitud, desilución, desengaño. por el fondo de su alma blanca pasó una nube negra. Lucharon entonces en su ser, un uatural impulso, el amor; y una fuerza extraña, el horror.
Cuando alguno le contaba şus amores, le decía: qué felicidad! Cuando algún amigo se casaba, le tenía lástima su amigo. Porque él miraba el matrimonio como un antro en donde la mujer pondría en juego toda su maldad. Un hombre su disposición: hé ahí un pobre insecto en una tela.
raña traidora. El, antes, no había pensado nunca así.
Sin embargo, las mujeres hermosas le volvían loco. Oh, cuánto hubiera dado él por arrancarse del fondo de su pecho ese maldito corazón que latia cuando una mujer hermosa lo miraba. Pero tiene la naturaleza sus secretos, y ella es invencible.
El joven soñador se dejó impresionar demasiado por una mujer y eso lo perdió. En no sé qué transporte de pasión dijn una palabra que sin duda estaba allí demás, y eso, para ella, constituyó desde luego un compromiso.
No hay nadie más inteligente que una mujer en las sombrias tramas del alma. él no tuvo valor para resistir, sino que se dejó llevar, inhábil, y fué enredándose fatalmente en una incomprensible madeja de acontecimientos. una vez que se puso a examinar el fondo de este abismo, en donde se percibía la araña monstruosa tendiendo sus redes implacables, él se asombró de su locura y tuvo miedo. Por instinto pensó en su libertad. Pero ante una idea indigna, que pasó obscurreciendo su conciencia, irguiose de pronto murmurando: Yo soy un hombre honrado. Llegó el tiempo de hablar seriamente de la boda, ese fin fatal de los amores, que él tanto temía. Reunióse el consejo de familia y se fijó la fe.
cha. Desde entonces el pobre enamorado anduvo siempre triste. Veía con horror cómo se acercaba el día funesto. Oh desgraciada aventura. porqué se había metido en ella?
Sus visitas a la novia eran fúnebres. Mientras ella hablaba alegremente del porvenir, de su casita con jardín, de hacer esto lo otro, de vivir contentos, él callaba escuchándola, como si se tratase de un gran infortunio.
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