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¡Más duro!
Preludió en el piano las notas de la canción y luego se desgañito dando rienda suelta sus desahogos.
Yo sufría horriblemente!
Aquello no era canto: eran verdaderos quejidos de alma moribunda.
La niña, en la fiebre de su entusiasmo, le daba al piano con tal fuerza, que todos creíamos que el instrumento se iba a quedar sin cuerdas ni teclado; y más apretaba cuanto más su madre, su espalda y grito tendido, le decía. Duro, niña. Aprieta ahí! Aprieta más. Duro!
En esto la niña, al querer pisar con fuerza inusitada los pedales del piano, se le fue el pisotón en falso, perdió el equilibrio y dió con la nariz en el papel de música; éste a su vez se fué de lado y cayó sobre la llama de la candela, incendiándose inmediatamente. Al susto del incendio, la niña pega un grito, da un salto nervioso y cae al suelo de espaldas, aplastando al gato que sus piés estaba durmiendo. La madre de Gerania y otros caballeros se precipitan levantarla, pero al llegar se dan todos tope de carnero y le caen encima la niña. Dos señoras que tratan de extinguir el incendio corren Liceo de Costa Rica. Recuerdo de la Fiesta de los Arboles Fot. Ruda presurosas al interior traer agua, pero al salir de la sala, cataplu. se encuentran con la sirvienta que venía con una bandeja ocupada con copas de helados, y señoras criada y copas vienen al suelo con ruido estruendoso.
Uno de los caballeros que le cayeron encima Gerania, se levanta todo el atolondrado, y tomando de una esquinera una canastilla que creyó su sombrero se la caló y se arrojó por la ventana la calle, echando correr como un loco. Yo, mi vez, me salí de aquella Babel, todo avergonzado y colérico, maldiciendo de los conciertos caseros y de las niñas que cantan.
Junio de 1904 RICARDITO SINSABORES

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