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Cría de Hombres No obstante las excepciones inevitables que ratifican toda regla, el principio sociológico según el cual el exceso de civilización se confunde con el exceso de barbarie, tiende confirmarse. El historiador paciente, después de escudriñar los antecedentes de la Humanidad, llega siempre esa fatalista conelusión. Los pensadores fundan en ella muchas de sus vaporosas, inconcebibles teorías; los poetas, sus metáforas.
Es imposible desestimar la opinión de los que piensan que la marcha de la Humanidad, el progreso, es un eterno recomienzo. Todas y cada una de las ramas del saber tienen sus raíces en las primeras épocas de nuestra especie. Muchas de las novedades del contemporáneo esfuerzo no son sino repeticiones modificadas de remotos inventos anteriores. Se diría que todo en la creación torna alrededor de la invariable cárcel de sus instintos, de las leyes de su propio organismo. Las generaciones humanas se asoman sucesivamente por el hueco de la cerradura de esa prisión, y la mayor o menor luz que de ese modo perciben, constituye la ciencia, la civilización de su respectivo tiempo.
Fol Rudin Calle que conduce San Juan La observación de que las sociedades modernas resuelven muchas de las importantes cuestiones que conciernen su existencia y su desarroyo de la propia manera como las resolvieron algunos pueblos antiguos de rudimentario adelanto, es muy significativa.
Bajo la amenaza perenne de una guerra muerte con sus vecinos, los pueblos de la vieja Grecia se pasaban en aprestos febriles para una lucha suprema. En tales épocas, la propia conservación en frente de la posibilidad de invasiones destructoras, inesperadas, era la mayor preocupación de aque486

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