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llos pueblos robustos. Sus costumbres se formaron bajo la influencia brutal de esa preocupación contínua. En la familia, como en la sociedad, el individuo respiraba un ambiente estimulador la disciplina, al sacrificio, al esfuerzo tenaz, la sobriedad estoica. Sus fiestas, sus diversiones más simples serían para los modernos ejercicios gimnásticos demasiado crueles. La fuerza física, la agilidad corporal, eran los mejores títulos de un buen patriota.
Los legisladores orientaban sus iastituciones tomando como Norte el desarrollo en el pueblo de cualidades excepcionales de defensa y ataque. El Estado cuyos derechos absorbían soberanamente los derechos del indivi.
duo, aseguraba su existencia con el sostenimiento esmerado de crías de hombres. Las leyes de orden público sometían a los ciudadanos para los fines del perfeccionamiento de la raza los mismos procederes que los modernos aplican al adelanto del tipo caballar. Según aquellas leyes, el que nacía contrahecho, defectuoso, débil, la autoridad lo suprimía como estorbadora carga social, se lo devolvía la Nada, para que rectificara la prueba.
Con el fin de asegurar las futuras concepciones los más felices resultados, se obligaba las vírgenes esbeltas los higiénicos ejercicios ptiblicos del disco y de la lanza, de las carreras y los saltos, que ellas ejecutaban bulliciosas como una nube de pájaros y desnudas como la diosa cazadora. Admirándolas, Aristófanes se extasiaba ante la frescura de sus carnes y la espléndida salud de su belleza.
El atleta, el gimnasta infatigable, era el personaje más considerado; los poetas, los cantores, los músicos le formaban coro.
Las formas impecables, soberanas, de robustez y de salud, eran para los griegos los distintivos de la divinidad. Platón y el poeta Timocreón fueron atletas antes de ser artistas. En lo que concierne Pitágoras, obtuvo por aclamación el premio de pugilato. Los lacedemonios impusieron una multa su rey Archidainos, por haberse casado con una mujer pequeña; pues temían que de tal unión nacieran rerezuelos en vez de nobles reyes.
Según aquellos pueblos, no había para los dioses espectáculo más grato, que el desfile de hermosos cuerpos desnudos, exhibidos en todas las actitudes que demuestran robustez y salud. No había gloria mayor para sus héroes, que la de ser llevados por el pueblo entusiasmado por sus fuerzas corporales a las alturas del Olimpo, en público triunfo y loor la patria. En aquella época, era completamente imposible ser olímpico y, al propio tiempo, majadero y enclenque. Herodoto cuenta que el tirano Clístenes, habiendo recibido la visita de muchos pretendientes de su hija, les abrió un campo de combates, para averiguar cuál era de mejor raza y de mejor educación.
De ese conjunto de leyes extrañas, brutales, de costumbres bárbaras, el genio director de las cosas humanas sacó toda una civilización luminosa, cuyos rayos alumbran todavía nuestra ruta. Pues en Inglaterra, Euclides sirve todavía de texto en las escuelas. sin los estudios de su época sobre las propiedades de las secciones cónicas, Keplero no habría podido formular las leyes que rigen el movimiento de los planetas, ni Newton descubrir la ley de la atracción universal.
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