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Ĉl Pajaro Cautivo. Con motivo de la Fiesta de los Pijaros. Hay en el patio de la casa donde habito un yigüirro de montaña que no cesa de cantar: el sol que nace, la nube oscura que se pone, el agua que llueve, la noche que comienza; todos esos cambios de la naturaleza lo aflijen, y canta; pero canta triste, con notas tales que oprimen el alma y que si supiéramos interpretarlas pos hariau saltar las lágrimas los ojos. Jamás lo he visto acicalarse, ni siquiera limpiar sus plumas como lo hacen todas las aves en el campo; come por satisfacer las necesidades de la vida; la canción matutina que antes entonara en la montaña, parece que la repite por obligación impuesta. Esta madrugada me pareció que estaba alegre, por que me despertó temprano, antes de salir el sol, me levanté ver qué le pasaba y el yigüirro siguió cantando, con la vista fija hacia el Noreste. Ves aquel cono de montaña azul. parecía decirme con su cumbre cubierta por una blanca niebla, admíralo, y que él me sirva de testigo de la verdad de mis palabras. Al pié de aquel volcán tengo mi nido, el nido que construí con mil penalidades y fatigas, sobre un árbol muy alto para res.
guardar mi familia de la persecución de los carnívoros que habitan las malezas. Allí tengo mi amor, una companera tan pura y tan buena como la primera luz de la mañapa: En el nido hay tres polluelos que son la esencia de mi ser; déjame verlos, talvez hoy lloren la ausencia de su padre, que jamás hizo otra cosa que buscar el pan para sus hijos; bien sé que los árboles del bosque producen lo necesario su sustento; mas si la madre enferma, quién cuidará de los pedazos de mi corazón? Ves con qué cariño otros 489

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