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Un drama en cinco cuartillas Para Perginas Ilustradas Alborozados íbamos todos al bautizo. Era ini séptimo lijo el que iba recibir el agua que borra el pecado original. Mi amistad con excelente sujetos que además era canonigo de la Iglesia Catedral, le daría cierta solemnidad al acto, que por otra parte trataba yo de despojar de los oropeles vestinarios.
Al ver el sacristán las moradas vestiduras símbolo de la dignidad del sacerdote, sacó relucir toda su amabilidad y complacencia, no tanto por el respeto al canónigo como por el olfato de no común propina.
Acercámonos la pila bautismal y ví entonces en el rincón más oscuro de la capilla sentados en el suelo un hombre una mujer. miserablemente vestidos ambos llevando el en los brazos un niño reciennacido. Supuse lo que a quello significaba.
Carecía la pareja de la peseta necesaria para la inscripción y babía que esperar que alguin cura compasivo otra alma cualquiera compasiva tambien satisficiera aquel impuesto que llaman espiritual. Interrogué al hombre el que corroboro mi sospecha y añadió que era él, el padre del reciennacido cuya vida fue la causa de la muerte de la madre: que la mujer que lo acompañaba era una pobre vecina, o vecina pobre que se había prestado ser madrina. Padrino no lo había, por lo cual el padre tendría que serlo.
No causaré la admiración de nadie al decir que se pagó la peseta: que el canónigo bautizó aquel desvalido antes que a mi hijo: que yo tuve en la pila aquel angelito sin madre y casi sin padre y que me enteré eu dónde se hallaba la muerta, pues estaba aún de cuerpo presente.
Yandan buscando los dramaturgos asuntos representables!
Pues allí fui y entre ese inmenso paréntesis que abarca la existencia Inumana: entre la vida del niño y la muerte de la madre, imaginé y reconstituí todo un drama, continuo, incesante, el drama ese de la miseria brutal.
ilógica, irracional, inhumana, que no se concibe por los hombres sino coDibujo de Jimenez 502

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