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La Real Academia Española El palacio que ocupan los inmortales está situado en la Calle de Felipe IV entre la Plaza de Cánovas y el Retiro, cerca al Museo del Prado y al de Reproducciones Artísticas. Es un edificio grandioso, de varios pisos, de estilo moderno, de escaleras de mármol, de salones magníficos. Quizá más de la mitad del valor de este edificio, fué costeado con fondos de la Academia que se derivan de lo que producen las ventas del Diccionario, de Memorias y Diseursos, de la Gramática, de las Cantigas de El Fuero Juzgo y El Fuero de Avilés; de las Obras poéticas del Duque de Frías, de Nicasio Gallego y Ercilla; de las dramáticas de Lope de Vega, de Ruiz de Alarcón.
Antes de ir a Madrid había sido yo nombrado Individuo Correspondiente de la Academia. Así fue que, lo primero que hice al llegar a la Capitai del reino, fué hacer una visita al señor Secretario de tan ilustre Corporación, quien tiene su residencia en el mismo palacio de la Academia. Llámase Mariano Catalina y es hombre de más de cincuenta años, de color blanco, de cabello rojo y alto de cuerpo. Es un erudito y hombre que, por su competencia ha desempeñado altos cargos en el Gobierno. poco de conversar con él, se comprende que es conservador. Es poco simpático para sus enemigos políticos, quienes de cuando en cuando le clavan uno que otro alfiler en el uerpo. Bien que esto acontece igualmente con otros académicos, a quienes no perdonan el triunfo ciertos pretendientes chasqueados. aún épocas ha habido, en que ha estado de moda criticar la Academia con injusticia notoria. Los que tal hacen es porque desconocen lo que vale la labor académica, unas veces, y otras, por espíritu es oposición sistemática, tan frecuente en la raza latina. Lo cierto es que algunos han entrado con gusto la Academia, después de haber sido enemigos de ella. La misma historia ha sucedido en Francia, y sucederá, es claro que debe suceder siempre, dada la condición humana. Inmortel de Daudet no es un caso esporádico.
Antes que los psicólogos modernos, ya habían señalado algunos Padres de la Iglesia, con precisión admirable, las diversas fases del espíritu humano, de tal suerte que no hay nada que no se explique, ni cosa alguna que sorprenda entre los hombres.
Pero volviendo D. Mariano, lo que de él tengo que decir es que para con migo tuvo atenciones que siempre le agradeceré. Me recibió muy bien, me indicó los días de sesión, me presentó varios académicos y me habló con cariño y con admiración de algunos de los colombianos que habían estado en Madrid. Por el conocimiento que yo tenía de todos ellos, comprendí que el señor Catalina era persona de excelente criterio y que había sabido apreciar cada cual en su justo valor.
Los académicos de la lengua se reunen los jueves en la noche. Cuando asistí por primera vez una sesión de la Academia, ya conocía algunos de los académicos, porque como dejo dicho atrás, el señor Catalina había tenido la amabilidad de presentarme los que iban llegando antes de la sesión. Cuando se abrió ésta y me ví al lado de Juan Valera y de Menéndez Pelayo y de Núñez de Arce y de Echegaray. me acordé de lo que dijo Amicis cuando entró al Museo del Prado. Vamos cuentas! Qué has hecho en tu vida para merecer el honor de penetrar en este recinto? Nada!
Pues bien, el día en que te suceda una desgracia, inclina la cabeza y considera salvada la partida. Presidía el señor Conde de Casa Valencia quien, en frases que no olvidaré nunca, especialmente las relativas Colombia, hizo mi presentación oficial ante la docta Corporación. Apenas pude dar las gracias al señor Conde, unas gracias secas como las de un muchacho dominado por emoción profunda. Cuando me acuerdo de esto, me consuelo pensando 527

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