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SU CARTA a María Cristina.
Angela lloraba; aquella hermosa composicion que en una de sus estrofas decía. Yra todas las noches. me contristo al pensarlo no mas! sobre la almohada hundire la cabeza atormentada gimiendo con dolor: Hoy no lo he visto. la hacía llorar, evocaba en ella los recuerdos de tres cariños que su alma blanca había prodigado.
Aquella Carta de ella le hacía pensar en el poeta que acababa de morir, en el noble Isaías Gamboa que había sido su profesor en el Colegio de Señoritas. Dedicó unas fores de su pensamiento al maestro a quien tau temprano había adormecido con sus cantos la musa triste, llena de nostalgia, que era su ángel tutelar.
Tambien la ternura de la composicion le hacía volver a aquellos dias en que ella estaba triste, en que un hombre que no supo comprenderla, había roto en mil pedazos su primer ensueño. le extrañaba ahora que ella que tanto había llorado con el abandono pudiera estar tranquila y se preguntó con melancolía como el poeta: Quien asi lloró tanto, se consuela? esa frase tan llena de amargura le llevó a su novio ausente, il aquel hombre que había comprendido su alma, a aquel amor lleno de felicidad de cuyo cusueño file arranca la con el viaje de el a países lejanos, allá donde se reparten con proligalidad muchas ideas y adonde fue en busca de conocimientos para satisfacer las aspiraciones de su juventud. recordó aquella carta que Claudio, al partir, le había entregado: tuvo deseos de volver a leerla. tantas veces la había leido! La tenía allí, al pie del retrato de su madre, tambien ausente; la desdobló suspirando mientras con sus miradas acariciaba la fisonomía pálida de aquella mujer querida.
Muy pronto las olas traviesas juguetearán con el barco que me llevará lejos, muy lejos. Las ilusiones de mi 534

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