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Pienso que antes, en un tiempo que el olvido aun no ha borrado Aun con ser el negro olvido destructor de lo pasado, Pienso que antes, creyendo horas los instantes, Me esperaban en la próxima ciudad; que mientra el tren corría, en mi loco afán pensaba Que ese tren maldito, lento, no llegaba, quería el pensamiento darle alas, y llegar!
Ese tiempo es ya pasado! Yo no anhelo Sino echar un aneho velo sobre el cuadro triste, umbroso, Do destácase el cadáver espantoso De ese pobre amor fatal, paréceme, no obstante, que la máquina que zumba, Va volando, va volando, va llevándome la tumba Donde habrán de ver mis ojos Los despojos de lo que eres inmortal.
Hay un puente en un abismo; pasa el tren; vese un collado, Luego un monte, y un momento que ha pasado Se renueva el horizonte; Una sierra, una colina, la silueta de un volcán. los árboles desnudos y los postes del camino, Veo correr unos tras otros, cual fantasmas que sin tino, Per la furia arrebatados, Cadavéricos, horribles, flacos, lívidos, airados, En un loco torbellino se persiguen sin cesar.
Así miro en mis ficciones, Cómo surgen, cómo brotan funerarios Los fantasmas de mis muertas ilusiones, Cual pudieran, arrastrando sus sudarios, Los espectros de sus fosas escapar. los veo, cual los árboles y postes del camino, Ir en ciego torbellino, en frenética carrera hondo anhelo, De una esfera en otra esfera, y de un cielo en otro cielo, Tras la luz de un ideal. yo pienso que sería, cómo hundiera En la nada, en caos profundo, Este mísero, insensato, triste mundo, Que es morada del pesar. qué vida más hermosa, más luciente yo formara, Si teniendo viva fuerza creadora, al fin brotara, De mis manos, de mi pecho, de mi frente, Esa nueva y esplendente Creación con que he podido yo soñar!
Fuera un mundo todo encanto: en los labios la sonrisa, En los ojos nunca el llanto, la senda de la vida toda flores; En el alma los amores, Los amores sin falsia, sin engaño, sin maldad.
No este mundo obscuro y triste, do el dolor en todo existe. Pues no pudo haber Dios hecho Algo así, para tener en cada pecho Un santuario de ternura y un altar. Fue mi alma un hondo abismo de dolor y desconsuelo.
Sentí pena pena, aguda, 549

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