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«Para hacer sus toscos nidos todo lo aprovechan, todo lo que cae bajo el dominio de sus picos. Eso sirvió al Dr. Garcia Goyena para su fábula de Los muchachos, los sanates y el loro. En un naranjal su nido Un bejuco, un estropajo, Un sanate construía, Una piltrafa, un andrajo, en el pico conducía De un mecate un desperdicio, El material escogido.
Se fundaba el edificio.
Con algún conocimiento Con más ligero y más fino De reglas de arquitectura Material después trabaja: De la más gruesa basura Cerdas, lojarasca y paja.
Usaba para el cimiento.
Retales de lana y lino, Curroborando las preciosas observaciones de los ilustres guatemaltecos Garcia Goyena y Rodriguez recogimos un copioso material de nidos y huevos en la ciudad de Guatemala durante los meses de Mayo y junio de 1897. Los nidos son todos voluminosos y varían en su capacidad interior, entre diez y doce centímetros de abertura, por cinco seis de profundidad. El número de huevos varia entre dos y tres por cada nido; también es variada la coloración y forma de los huevos: los hay de forma aovada regular y y aovada alargada tipica; sobre un fondo gris de perla, bañado veces en el centro en una de sus extremidades con un tinte diluído de color chocolate, morado, ostentan rayas, puntos y líneas irregulares de color negro, que en algunos parecen vetas de mármol, y en otros semejan geroglificos. Dimensiones: 31 milimetros de largo por 22! de grueso, en el ejemplar más pequeño; 36! por 22, en la forma alargada de mayor pronunciamiento; y en los términos intermediarios: 32 por 23, 33 por 23) y 34 por 23 milimetros.
Como estos pájaros viven en colonias numerosas agrupan sus nidos en árboles cercanos unos de otros: así pude observar en la Antigua Guatemala, más de cuarenta nidos, colocados en cinco árboles, en un espacio de cincuenta metros; su altura sobre el suelo es de seis siete metros, pur regla general. pero también fabrican sus viviendas en los pinus elevadus, donde hacen gran algazara y recorren las ramas saltitos como las oropéndolas, vuelan de una parte otra chillando siempre, en constante algarabia. mediados de Julio recogi al pie de uno de estos árboles, en Capetillo, un pichón bien emplumado; esto unido a que muchos de los nidos estaban ya abandonados, parecía indicar que la estación reproductora tocaba a su fin.
El Capitán Bendire incluye en la alimentación del sanate los crustaceos y pecesillos muertos: eso explica la presencia del pájaro en los manglares y cercanías de los esteros, en nuestra costa del Pacífico. Su nombre científico es Megaquiscalus major macrourus, según las últimas publicaciones del Profesor Robert Ridgway, Jefe del Departamento Ornitológico en el Instituto Smithsoniano de Washington, que es la autoridad que nosotros seguimos en materia de clasificaciones.
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