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Por Valentín Sequeira (1. RECUERDOS DE ANTAÑO)
IT Estando un día ñor Valentín en compañía de varios amigos se le ocurrió decir que tenía gran deseo de almorzar con el Presidente de la República, don Braulio Carrillo. Hombre, no sea rajas. le replicaron. no es para tanto la amistad que usted se gasta con don Braulio. Què quieren apostar? contestó el viejo. Lo que usted quiera! repusieron los otros. Pos bien, dos cuartillos! Está dicho. Apostados, nor Valentin. Al día siguiente, momentos antes de la hora en que se le llamaba almorzar don Braulio, se fue llegando ñor Valentín la casa presidencial y se sentó en una de las gradas de la puerta que daba precisamente a un saguán por donde don Braulio debía pasar. eso de las diez sonó una campanilla en el interior y ñor Valentín se puso en pie en actitud acechadora. Poco rato duró el acecho, pues momentos después salía don Braulio de su despacho y entraba en el saguán, con rumbo al comedor. Don Braulio. Cómo está. dijo ñor Valentín con suma humildad. Hola, Valentín! Qué hacés allí. Pos que me precisaba hablar con usté.
Pero hombre, en mala hora has venido. Voy ahora almorzar. Volvé después. Ay, don Braulio. es que es un asunto de muncho interés. ver, decí. Pos. acuánto valerá una pelota así de oro. ahuecando las manos imitando una bola. Pues hombre: eso según el peso. Es que es así, don Braulio. haciendo con las manos más grande la bola. Yo quiero saber cuánto podrá valer. Ya te lo he dicho: según lo que pese.
Pero es que mire, don Braulio; no podría, acercándose un poquito, decirme cuánto podrá valer? Es que la pelota es así, así. Exagerando el tamaño de los otros volúmenes. Don Rraulio con curiosidad. decí, Valentín. por qué no la traes?
Entonces te lo podré decir. Mire, don Braulio: la pelota es muy grande y es.
Bueno, bueno; aguardate que almuerce y después hablamos.
Entonces aquí lo espero en la puerta, don Braulio. No; vení y me esperás en el comedor. Vos no has almorzado. No, settor; torria no.
Bueno, pues entra y almorzamos juntos.
Desde luego hay que advertir que como buen minero, don Braulio se entusiasmo grandemente con quel dicho de ñor Valentín y supuso desde un principio que el viejo se había hecho de un valioso hallazgo. De allí el que se lo llevara almorzar para no cortar el hilo de tan interesante asunto. El primer aniseul, se publica en el 2 de Paginas Ilustradas.
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