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sus metres.
blane.
contrastaban con la crestería nívea, que se veía lo lejos. De epente fue apareciendo en mi memoria el recuerdo de los brocales, del cierzo gemebun.
do de la lobreguez de los abismos, de los riscos inaccesibles, del silencio morial de los páramos, de los buitres que revoiaban en las alturas y que Chisin señalaba Marcelo en su primera salida de Madrid hacia el solar de Míra, le dije mi esposa, por ahí debe de quedar Tablanca. n caballero que estaba leyendo las Bodas reales, levantó la cabeza, miro a la izquierda y con cierto aire de curiosidad, dijo: Efectivamente, se for, por ahi queda Tudanea, que en Peñas Arriba lleva el nombre de TaDieno señor resultó ser un pariente de Pereda, y se sorprendió de que en America fueran tan conocidos Pedro Sánchez, Lituca, Sotileza, el Pae Apolinar, Celso, la Puchera y Neluco, Seguía el tren su camino y seguí yo reconstruyendo en mi cerebro aquella maravillosa novela que deja la impresión imborrable de las descripciones portentosas, de la piutura honda de los personajes, del ambiente puro y noble en que se mueven, del espíritu que la informa y de aquel viático, y admirable, que deja en el ánimo la profunda tristeza del recuerdo de los salmos fúnebres, en dolorosos desprendimientos.
Es el de Pereda oro de pura ley, de noble cuño, conservado en viejo racón de casa solar montañeza: no es la moneda divisionaria circulante, no es el papel que corre. 1)
Pereda es rico, de riqueza adquirida en labores industriales. De sus libros se han hecho copiosas ediciones que se agotan tan pronto como salen al mer.
ottenerelle sandungtero que cado. En mi poder está el único ejemdiscotesin sonra y estos os con mi sembrero erbaca lor pe plar que conservaba de la primera d) whicha me dire que no edición de Peñas Arriba con dedicatoria inmerecida; y esto, y su excolente retrato cartas y otros recuerdos de él se conservan en casa con plintenso carino que inspira, de lejos y de cerca, este español ilustre y uno de lo que más me han seducido por sus condiciones morales y por sus dotes e artista inimitable, de singular excelencia. la de quedar como tradieta de familia entre los míos, el amor por él, el estudio de sus obras y el recuerdo de sus bondades. JOSÉ DE ECHEGARAY ¿Quién se había de imaginar que aquel revolucionario de El Gran que aquel ardoroso Ministro de la República, con tantos ruidosos tritt is ea su carrera literaria y política, resultara un hombre modesto, de liablar de vida tranquila? Es ya un anciano y muy parecido en el de la cara y hasta en el modo de llevar la barba, don Carlos HolLo vi en la Academia y en la Sección de Ciencias del Congreso Iberoamericano, siempre sereno y laborioso. Hoy ciertos jóvenes literatos y reMarques de Figueroa. De lo bello en la naturalesa

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