Guardar

que jamás se olvidan! Los que como él salimos hace luengos años de la patria, y acaso alguna vez llegamos como náufragos al hogar querido, podemos sentir íntimamente la verdad de los cuadros de Gamboa, y muy más hondamente hoy, cuando la santa madre voló al cielo dejando desamparado ese hogar, norte y guía constante de nuestra vida.
Por más que Andrés iba camino de su equilibrio espiritual, no lo comprendía, porque en muchos de los actuales jóvenes poetas se hace una segunda naturaleza lo que en sus principios es algo así como articifio, moda, como quiera llamarse ese prurito de aparentar un excepticismo de todo, nostalgias vagas y aun melancolías ridículas, por más que muchos les retoce el buen humor y la placidez naturales de la juventud. Burla, burlando llegan ser algunos hasta intratables, y aunque Andrés era persona muy seria y muy ingenua, y cierta penilla por amores desgraciados de su adolescencia lo aquejaba, sin quererlo pagó su tributo al modernismo decadente. Esta es la pura verdad.
Pero dejémonos de psicologías, que también son de moda en achaques literarios, y copiemos algo de Tierra nativa.
Un día al volver del Centro, que ya para Andrés 110 ofrecía novedad, sintió que su vida iba normalizándose.
Tenía en perspectiva el retorno de visitas, se había proyectado un paseo Los Cristales, la campestre casa paterna; iría pasar un día la casa de Santa Rita, de donde toda la familia había renido saludarle, luego al Cedro, la finca de Eleazar. después?
Este después le preocupó. Qué iba ser de su existencia?
Distraidamente se pitso repasar las tarjetas que había en la mesita del centro. Tuvo la visión de la vida social. Mas cómo iba vivir?
Largo rato estuvo sumergido en este pensamiento ¿cómo iba a vivir?
Quién sabe con qué idea sutilísima se relacionó otra. que ascendió tal vez de lo más secreto de su pecho. Hizo un brusco movimiento nervioso, como si tratara de repeler algo, pero la idea asaltante detuvo su nubecilla en el horizonte interno de Andrés. Ya había oído muchas veces esta misma voz. Desdicliado! Entre las alegrías del regreso lia faltado una, una alegría muy grande!
Volvió a repasar las tarjetas, queriendo leer lo porvenir, y nada leyó en ellas.
La madre entró con un vaso de refresco de madroño, el más delicioso de cuantos se pueden preparar.
Al ofrecerlo su hijo, notó que el estaba preocupado, y con sobresalto le preguntó: 612

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