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Y si hubiera tenido algo más que la piel, sin duda que hubiera sido bastante fuerte para atrapar con qué alimentarse, Pero como no tenía pelos y con su pobre piel sobre los huesos, era en verdad un pobre gato.
Los pobres son buenos y se ayudan los unos los otros.
Los pobres de nuestro cuento regocijáronse al encontrar el gato, y no pensaron en comérselo; por el contrario, le dieron un poco de tocino que les habían dado ellos por caridad.
El gato después de haber comido echó andar delante de ellos y los condujo una vieja choza abandonada.
Había en ella dos asientos y una chimenea, según pudie.
ion ver al entrar, merced un rayo de luna que desapareció en seguida. el gato desapareció con el rayo de luna.
Cuando se encontraron en las tinieblas delante de la chimenea negra, que la ausencia de fuego hacía más negra todavía, dijeron. Ah! Si tuviéramos aunque no fnera más que algunos tizones. Hace tanto frío. Se.
ría bueno pasar aquí la noche, al lado del hogar, contándonos historias.
Pero no había fuego en la chimenea, porque como he dicho, eran dos pobres, tan pobres, que no tenían nada absolutamente, De pronto, dos ascuas brillaron en el fondo del hogar, dos hermosas ascuas amarillas coFF Bjas ins mo el oro.
Pucayando un do de pecho. el viejo se frotó alegremente las manos diciendo a su mujer. Votas ese hermoso color?
Sí que lo noto. respondió la vieja y alargaba las manos hacia el fuego, Sopla un poco y el fuego se avivará.
No. replicó el marido se acabaría demasiado pronto. se miraron alegres ante aquellos dos tizónes, tan relucientes que hicieron olvidar sus pasadas miserias.
Toda la noche estuvieron al lado de la chimenea con las manos extendidas hacia aquellas ascuas, que relucian como dos luises y que seguían ardiendo sin consumirse. cuando llegó la mañana, los pobres que habían pasado satisfechos sin frio la noche, vieron en el fondo de la chimenea al pobre gato que los miraba con sus grandes ojos de oro.
Entonces comprendieron que el reflejo de aquellos ojos era el fuego que los había calentado toda la noche. el gato les dijo: La ilusión es el tesoro de los pobres.
JUAN RICHEPÍN

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