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var guida señora que me ha honrado pidiéndome «dos letras, como recuerdo, y ella misma me ha indicado el tema. cómo pudiera corresponder tanta bondad, si no accediera esta soncilla petición?
Verdaderamente no es tan prosaico zurcir medias, como a la simple vista parece. Esta es una ocupación que requiere gran habilidad y paciencia, por lo tanto, acredita mucha laboriosidad.
Puede decir la mujer que zurce sus medias y las de sus niñas, los calcetines de su esposo hijos, que es una buena madre de familia, por.
que al zurcir estas sencillas prendas de vestir, se ocupa dignamente en sostener «firme, y sin averías, la base de felicidad doméstica: que está fundadaen amor, orden y economía.
Sí: porque quien recose» los pun tos de una humilde media, pensando ser útil y menos costosa al compañe.
ro de su vida, que se desvela en llevienestar su familia, puede, también, hacer grandes cosas para cimentar la felicidad de su hogar!
Muchas veces la desgracia o la dicha dependen de un solo punto. De la cordura, de la prudencia, de la virtud, de la mujer depende también la felicidad el infortunio de una casa. Porque si una madre rodeada de hijos no sabe guiarlos, no sabe educarlos, dándoles buenos ejemplos, Cudion aquella casa pierde el dulce nombre de hogar, para convertirse en un antro, donde imperan los vicios y las malas pasiones.
Señorita Nina Martinez Aquellos hijos, sin haber tenido Primera tiple de la Compañía Luque Ortega buenas obras que imitar, desconocerán por completo la acción benéfica de la virtud, y como navecillas perdidas, sin velas ni timón, naufragarán en el proceloso mar de las pasiones.
La vida puede compararse una media: si los primeros puntos que se sueltan, no son al principio repasados, pronto, demasiado pronto, por desgracia, serán tantos y tantos los rotos, que será imposible usaria y habrá que considerarla inservible.
Así, es necesario «zureir las medias, para que «duren. y es necesario también zurcir con el trabajo, la paciencia, la laboriosidad, los puntos, que se sueltan en la caleeta de nuestra vida, para que no venga antes de tiempo la vejez la miseria hacerla inservible.
Ojalá que todas las madres de familia enseñaran sus hijas zureir sus medias, para que en esta práctica se hicieran fuertes en los asaltos de la desgracia y pudieran cerrar todas las ebrechas» del iufortunio, sin dejar paso al enemigo.
Ojalá que la vida pudiera zurcirse como una media. Cuántas miserias no se conocerían!
El tema, aunque modesto, es amplísimo. Creo que podría escribir sobre él algunas cuartillas más; pero no quiero cansar mi indulgente 713
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