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El padre y la madre son cristianos viejos, es decir sinceros y sin tacha; por eso rezan el rosario.
Pero zlos niños? Esos chicos se han revuelto algunas veces, diciendo que esa rezadera aburre; y el papá y la mamá temblaron ante esas brava.
tas; y por eso, rezan ellos solitos con tanta fé, tanto fervor por esos chiquillos y jóvenes que no han querido rezar y a quienes no se debe provocar con regaños porque.
Dime, lector querido. sabes tá cuántos son los padres de familia que saben lo que sus hijos y sus hijas leen en casa? Que lean ellos antes las novelitas que regala el abogadito aquél. el amigo cuál. Casi ninguno y por eso tales jóvenes y niñas leen a veces unas cosas tan obcenas. Son euentecitos que compraron poco precio; son novelitas que regaló el abogadito cuál, el caballerete aquél. son periodiquitos de diversión llenos de desnudeces y porquerías que prestó tal señorito suseritor muy apuesto, muy decidor. muy galante. mny fino, etc. etc. dime, tú, lector querido, padres que toleran semejante conducta de sus hijos. Son verdaderos padres de familia? Ni mucho menos.
Duro es decirlo, pero hay que decirlo. hay todavía otra razón más de actualidad, por lo que los padres de familia de hoy. son muy pocos padres de sus hijos y easi casi no son nada.
Pero eso me lo reservo para decirtelo en otra ocasióir (AJENO)
LA EMPERATRIZ CARLOTA Con fecha de junio último, dicen de Bruselas al New York Herald: El lunes último, la infortunada viuda de Maximiliano de Austria, titulado Emperador de México, la Princesa Carlota, hermana del Rey de los Belgas, cumplió sesenta y cinco años.
Actualmente la desgraciada Princesa, después de varios años de torturas en el parque solitario de Bouchout, se encuentra en un estado de salud bastante satisfactorio. Las crisis nerviosas no se presentan sino de tiempo en tiempo. Las extravagancias de lenguaje, entrecortadas por violentas escenas de lágrimas, son tan raras, como la última manifestación de locura, que al decir del doctor Wael, acaeció hará tres años. Ha sido un espantoso calvario el que ha sufrido la desgraciada emperatriz desde hace cuarenta años. Es justo confesar que nunca ha sido abandonada por sus amigos, cuyo afecto ha resistido la eatástrofe de que fué victima el infortunado Maximiliano.
Son incesantes y afectuosos los cuidados que se prodigan la Emperatriz por su pequeña corte, compuesta de Masser de la Fontaine, Mackel y Bartels, hermana del sentido coronel, muerto en el Congo belga, el año últitimo. El General Haase y el mayor Tellier están también al servicio de la Princesa Carlota. El doctor Militar Delroen, su niédico particular, permanece en el castillo de Bouchout. Este castillo no tiene nada que pueda hacer adivi nar la espantosa odisea que abriga entre sus mur bajo los gruesos y amarillentos ramajes de su parque.
Como Bouchout no está muy distante de Bruselas, pues se halla en los confines de la provincia de Anvers, casi todos los días la Princesa Clementina va visitar su tía. El Rey fue ayer acompañado de su hija. Cuando el landeau, llegó a la verja, la Princesa Carlota se hallaba precisamente efectuando uno de sus paseos, con una de sus damas de honor y un criado de confianza.
Al divisar su hermano y su sobrina, la Princesa Carlota se dirigió la calle central, se precipitó hacia ellos con la mirada anhelante y el corazón lleno de alegría, como si se realizara un sueño feliz, después de tantos años de haberlo acariciado.
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