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Recuerdos históricos Apuntamientos sobre in vida del General Francis co Ferrer, ex Presidente de Honduras En el año 1800, bajo la última luz crepuscular del gran siglo XVIII, nació en el pequeño y triste pueblo de San Juan de Flores un niño quien, en la fuente bautismal, se dió el nombre de Francisco. Parecía ser uno de tautos desheredados de los bienes sociales. La cuna del niño fué tan humilde, que el nombre propio de sus padres es desconocido: sólo se sabe que llevaban el apellido de Ferrera. Sin embargo, el nombre de su hijo más tarde había de ser popularizado en Cen.
tro América por las voces de la pregonera fama. Hay en la vida de algunos hombres, como en la naturaleza física, orígenes ignorados, y después grandes y sobresalientes destinos. Muchas veces no es conocido el pobre manantial, que en lejana impenetrable montaña, da origen un manso arroyuelo que presto se convierte en mugidor torrente, y que más allá se transforma en caudaloso río que, después de correr soberbio por villas y ciudades, va confundir sus impetuosas corrientes con las encrespadas olas de la mar profunda, y formar una nota con TARJETA POSTAL el estruendoso concierto del in menso océano. Así es el curso de la vida de ciertos hombres: al principio, imperceptible corre; después, movimiento ruidoso; y al fin, imponente grandeza y sublime sonoridad!
El grande, el enorme indisculpable crimen que cometió Ferrera, fué el de convertirse en enemigo jurado, en principal demoledor de la nacionalidad de Centro América. Verdad palmaria es que el Pacto federal debía reformarse para que tuviese elementos de consistencia y de estabilidad, que no eran posibles dadas las teóricas prescripciones de la poética Constitución de 1824; pero Ferrera no quería reformas: era netamente separatista. Por ese crimen, en vida, sufrió el castigo de la derrota en el Espíritu Santo y en Perulapán, y después de muerto, recibe y recibirá la condenación eterna de la Historia. Yo que admiro aquel gran carácter, yo que admiro aquel mulato de hierro, yo que admiro aquel sacristán sublime, jamás le perdonaré que nos haya dejado sin patria. Ferrera, además de guerrero y político, fué amigo de las letras, escritor y poeta, aunque no tuvo ni escuela científica, ni escuela literaria. Pero escribía y versificaba de un modo relativamente notable, por la sencilla razón de que tenía talento inspiraciones; diferencia de otros que han leído y estudiado mucho, y que nunca pueden escribir y versificar, siquiera sea medianamente, por la razón contraria; porque carecen de talento y de inspiraciones. Su numen vivía más de sus grandes intentísimos amores.
Dos veces los votos de su deseo le llevaron ante los altares, y por su mal, durante su último eniace, sintió por otra mujer una pasión tan grande como desgraciada. Conoció en Comayagua la verdadera dueña de su alma. Era de 718
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