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las principales familias de la capital, se llamaba Pío. Criolla de talle gentil, de tez morena, de largos y sedosos cabellos; de labios voluptuosísimos y de negros y rasgados ojos. Ah nunca el genio puede vivir sin un ideal! el ideal de Ferrera era Pio, la dulce, la encantadora morena. Ferrera vivia para ella, por ella. Era la luz de sus días y el ensueño de sus noches.
Como tenía instintos poéticos y vocaciones artísticas, al pié de la reja dedicaba la beldad querida sus tiernas canciones; y allí, en la callada noche, al contemplar los bastos horizontes del valle de la antigua Valladolid, aspiraba lo infinito y sentía la inmensidad de su entrañable amor: y al ver la luz apacible de la amarillenta luna, que daba un tinte melancólico laciudad dormida, experimentaba esa dulce melancolía que se apodera de las almas enfermas de amor, enamoradas de un idcal; y al percibir los trémulos rayos que despiden tímidas estrellas, sentía la timidez de un niño, y olvidaba que era el hombre de las batallas, porque sólo palpitaba en él un corazón abasallado, rendido; y al oir TARJETA POSTAL los susurros del viento que rizaba las tranquilas aguas del Humuya inclinaba el verde ramaje de los sauces de sus márgenes, sentía que suspiros dolorosísimos se escapaban de su pecho, y que lágrimas de ternura brotaban de sus ojos. aquel hombre horrible, de cuerpo rechoncho, de prolongada calvicie, de mofletuda cara, de color cetrino, de orejas deformes, de ojos de sambo, por el alcohol enrojecidos, así transfigurado por su ardiente amor, yo me lo figuro hermoso!
RAMÓN ROSA CAÑONES DE CUERO.
Indudablemente los thibetanos hacen la guerra con una ingenuidad del todo infantil.
Hace algunos días se metieron en la cabeza el propósito de impedir que la columna del Coronel Younghusband no pasase por un desfiladero del Himalaya, confiando para ello en el emplazamiento de una bateria de cañones. de cuero.
E! estruendo producido por los disparos de aquellas extrañas bocas de fuego era más que ensordecedor, pero los proyectiles lanzados por aquéllos hacian bien poco camino iban a parar un punto bien distinto del en que se encontraban los soldados de Younghusband.
Por eso los fusileros indios al servicio de la Gran Bretaña no vacilaron en lanzarse al asalto y en conquistar aquella formidable bateria chabacanesca.
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