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¡Qué dicha y qué placer! Ya estoy casada.
Roberto parece muy cariñoso y muy bueno, No creo que ese cari.
ño y esa bondad sigpifiquen castillos en el aire, TARJETA POSTAL ba sobre aquella carne débil, rosada, resplandeciente como la pared de la ermita, y como ella, indefensa y humilde.
Pégame, bruto! ipégame bruto! no decía más la angustiada Mariquilla: y lo decía llorando, con una atiicción convulsa, como si ya tuviera en su piel rosácea la huella cárdena de los palos. Qué te había de pegar, so tonta! Fueras tú un zagal. y iva verías!
Pero tí muñeca blanca, fior de jara, amarga y dulce: cogollo de romero, que sueltas miel y eres áspera como la madroñera, ique te habría de pegar!
Parece mentira! súbito, en un arranque de amor juvenil, de amor primitivo que palpita en la especie. Jacintillo tiró la cayada. fuése al barranco, cortó una rama de adelfa florida. y con el cuchillo de partir el pan, hizo una flauta maravillosa, de encantadora armonía. que despertó a la vida el valle pací.
fico y estimuló en sus nidos los pájaros amantes. Toca tú. so tonta! Así por este bujero ella ponía sus labios en el pedazo tibio. humedecido, de la flauta de adelfa. amarga y dulce ai mismo tiempo. No sabía! y el pícaro Jacintillo, anheloso de oír el estallido seco y ardiente de una melodía que entonces deseaba. puso sus labios en el mismo trozo de la flauta. y así, así decía punto en que el ansiadu aleteo de algo amoroso que llenaba el ambiente, restallaba en los labios a través del palo de adelfa, sonoro y admirable.
Las cabras y las ovejas pacían juutas, confundidas en una fraterni dad de mundo primitivo: los altos pinos parecían gemir en el crepúsculo dorado y apacible; vagas columnas de humo azul se levantaban de las chosás grises, de las casitas blancas, y el gemido religioso, baibuciente, de la campana de la ermita, llamaba al espíritu lo alto, lus horizontes crepusculares tenidos de oro, ensangrentados de púrpura.
En tanto «Dafnis» y «Cloe, inocentes, amorosos, felices en medio de la Naturaleza infinita, seguían tañendo con sus labios juveniles en la flauta amarga, ideal y sonora.
JOSE NOGALES 735
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