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TARDE DE CARNAVAL El carnaval vibrante llegaba la cúspide del entusiasmo arliente, loco, desenfrenado; y el viejo sol Rey de los astros daba u último beso crepuscular, beso ardiente, prolongado, larguísimo, como un beso de despedida, aquella tarde espléndida, llena de uz, y en la cual volaban con vertiginosa rapidez, de carruajes balcones de balcones carruajes, una infinidad de multicolores serpentinas, que, al romperse en el espacio en pequeños fragmentos á la brillante luz clarísima del sol, brillaban la distancia, seEl maestro Vargas Calvo y algunas de las alumnas de la Escuela de Música Santa Cecilia, Fot. Rudd.
nejando delgadas cintas de finísima seda, como fúlgidos rayos le un arco iris, en una tarde azul, de Primavera.
Los bouquets de frescas lilas, de violetas azules y de blanas campanillas, que, al rasgar el aire tibio, pesado y polvoriento, ejaban tras de sí dulcísima estela de perfumes. La incesante Iluía de Aores, que besándose partían de las coquetas canastillas de nimbre, echadas al aire por las blancas inmaculadas manecitas 749
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