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de las Circunfe Anchura Peso del hallaba el felino animal en toda su gloria, y solo unas treinta yardas de nosotros. Los rayos de un sol de mediodía caían de lleno sobre él, y jamás había yo contemplado un espectáculo tan espléndido. Sus largas rayas de un negro de azabache parecían como que se destacaban en relieve cual si fueran fajas de terciopelo negro, mientras que las manchas blancas y oscuras de su cabeza le comunicaban una belleza singular. Su tamaño y altura me parecieron inmensos; y mi primera exclamación fué. Gran César! es tan grande como un buey. Cuando le descubrimos, se alejaba de nosotros y atravesaba el lecho del riachuelo. Sabiendo perfectamente lo que yo tenía que hacer, saqué un cartucho de repuesto y lo así entre los dientes, levanté mi rifle y esperé. El tigre llegó la rivera opuesta, resolló con fuerza, y volvió sobre sus pasos con toda lentitud. Había llegado al medio de la corriente cuando su olfato le reveló nuestra presencia: se detuvo de repente, levantó la cabeza y miró con aire de sospecha en dirección nuestra dando un gruñido de cólera. Era el momento de hacer fuego. Tomé con firmeza y cuidado la puntería sirviéndome de blanco su ojo izquierdo y disparé. Sin detenerme ver el efecto de mi tiro, cargué de nuevo el rifle a toda prisa. Yo me esperaba que la fiera se arrojase de un salto sobre nosotros. Vera no la perdía de vista ni un segundo, y cuando estuve listo para disparar de nuevo, le pregunté con mis miradas. Dónde está. Con un signo de cabeza me dió entender que aun permanecía allí. Se hallaba en efecto en el mismo lugar; pero girando lentamente en derredor; con la cabeza inclinada un lado, como si tuviera algo en ojo derecho. Cuando dió una vuelta y me presentó el costado, disparé por segunda vez clavándole la bala en el hueso del cuello. Instantáneamente se desplomó sobre la arena. Cargué de nuevo, y con el rifle levantado y apuntando al tigre me acerqué él lenta y cautelosamente. Temíamos que de repente se alzara lanzándose sobre nosotros. Pero era vano temor: yacía agitándose convulsivamente, respirando con gran dificultad, cubierta de espuma la boca, y al cabo de tres minutos más estiró los miembros y quedó muerto mis pies. Qué placer tan indescriptible experimentaba en tocar aquellos crueles dientes y afiladas garras que un momento antes habían sido tan peligrosos; abrir los pesados párpados; examinar aquellos ojos vidreados que tan ferozmente se fijaban en sus enemigos; pasar la mano por sus vigorosos miembros y lustroso costado aun calientes, y manejar aquellas patas que habían dejado las profundas huellas que habíamos seguido llenos de dudas y temores!
Medí la distancia que había desde el sitio en que hice fuego al sitio en que el tigre se encontraba, y donde cayó muerto, y ví que eran treinta yardas. Mi primer disparo fue mortal, hiriéndole exactamente en el ojo irquierdo. Mi intención fue que la bala penetrase en el cerebro, pero debido lo estrecho de la cavidad cerebral, solo le fracturó el lado izquierdo del cráneo.
Mi segundo tiro le hirió en las vertebras del cuello y le cortó la espinal, matándole instantáneamente. Era un espléndido animal, en la fuerza de los años, grueso, liso y lustroso.
Hasta entonces no había podido creer que un tigre fuera dable apoderarse de un hombre, y llevárselo en la boca corriendo con tanta facilidad como un gato con una rata. Pero cuando medí aquella fiera, comprendí perfectamente la posibilidad de su realización.
He aquí sus dimensiones: Longitud de la nariz a la cola pies 81 pulgadas Longitud de la cola. Altura vertical en el lomo. Circunferencia.
Circunferencia del cuello.
Circunferencia de la cabeza al rededor El cemen tas, lo largo miento continu ininóviles en un ligero tem!
tiburtina, surg nas truncadas, ses descendía u ra humana, co Aquella regula desto del márm suave. Pero, de un órgano y gracia, enrojeci cada hálito los eucaliptos plateadas; los nigno llanto; blancos, semeja precioso pluma grito de algún De una de los redacto greso que ha los templos, Har ha de hallar que vencer; sicas de bail estudio del ar volver al cant malas tradici gusto público de ver man aunque sin sai Nco Coco 2 774
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