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END El nido de las aves on cosas asimiseteorolós, desde una máPor Alfaro de corral icamente icultura, y que el podrán rjudicianuestros los prouvo bien práctica al 10 entre los res citados.
réis un is siglos aladraTres no hogar Los Chupaflores «Entre todos los seres vivos, dice Buffón, el colibrí es el más bonito por la forma y el más admirable por su coloración. Las piedras preciosas y los metales, a los que nuestro arte da su esplendor, no pueden compararse con esta joya de la naturaleza. Su obra maestra es esta maravilla. Hála colmado de todos sus dones, que las demás aves no poseen sino aislados: ligereza, rapidez, agilidad, gracia y ricos adornos; la esmeralda, el rubí, el topacio brillan en su traje, que nunca se ensucia con el polvo de la tierra, pues pasa toda su vida etérea, casi sin tocar el suelo. Permanece continuamente en el aire, meciéndose de una otra flor, cuya frescura y brillo les son propios, y de cuyo néctar se alimenta. No quiere decir esto que se alimente tan sólo del néctar de las flores, pues los pequeños insectos que ellas acuden en busca del mismo sustento son cogidos por los chupaflores y pasan formar una parte considerable de su nutrición. Una prueba inequívoca de su cacería de insectos la tuve en el patio de mi casa, el de Noviembre de 1902. En ese tiempo no había plantas de ninguna clase, el patio estaba enteramente limpio y en el alero de una cocina vieja fabricaban sus telas las arañas con absoluta libertad, dándonos el placer de observar constantemente sus costumbres. El día antes indicado, como las seis y media de la mañana, se presentó un colibrí de tamaño regular hizo recogida de todos los Nido del Chlorostilbon caniveti insectos que las arañas tenían Fabricado en una ramita de café aprisionados en sus redes, registrando hasta los últimos rincones sin dejar presa alguna en las telas: fué esa una verdadera piratería ejecutada sobre los prisioneros de las crueles arañas, y que mató por completo en mis niños la ilusión de que esos pajaritos preciosos se alimentan del néctar de las flores exclusivamente. Después de saciar su apetito insectívoro voló con rapidez para volver algunos días más tarde repetir la operación. En el estómago de algunos ejemplares traídos de las montañas de Cartago, pude observar además una verdadera colección de restos entomológicos: patas, antenas y cabezas de hormigas, alas de mos795 ni pois espois sido siervos misios, ial juzcia; si da la AR Tiene itu que pereza

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