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EURO. hombres, El alcoholismo en París ne, porque perdido el igrados, viosa es una. hace veinde la honra los esposos, badonada sa, y la pery su chiDe una correspondencia de París, tomamos lo siguiente. Mucho se ha hablado en estos últimos tiempos del peligro amarillo, pero hay otros peligros más terribles para los pueblos civilizados. Uno de los principales es el peligro alcohólico, que en Francia puede llamarse peligro verde. En efecto, el ajenjo y sus similares hacen cada día innumerables víctimas y llenan los hospitales y manicomios. En 1830 el consumo del alcohol en Francia excedía muy poco de un litro por cabeza; en 1899 pasaba de litros.
Como prueba de los estragos causados cita un escritor el hecho de que en 1903 fueron declarados como inútiles para el servicio militar el 57 lo de los mozos en el Departamento del Orne, el 57 l, de los de la Mancha y el 60 len los Vosgos! El hecho no necesita comentarios. El mismo escritor añade que Fot. Rudin En las orillas del Río Reventazón con lo que han gastado los mineros de Francia en la taberna durante 10 años, hubieran podido comprar todas las minas del territorio nacional. En sólo el año pasado se consumieron 32 millones de litros de ajenjo.
side consejo vuelva Ri» Acudiena dió Dipieata, mettele bajo. Rosa, odó las seis geles guarn mecía en de pasión. la amenaer y apunr la calle One alas en quema ropa cé lascialo rogando omana, co lver, Rosa nuerte por EL VERSO El verso es perla. No han de ser los versos como la rosa centifolia, toda llena de hojas sino como el jazmín de Malabar, muy cargado de esensias.
La hoja debe ser nítida, perfumada, sólida, tersa. Cada vasillo suyo ha de ser un vaso de aromas. El verso por donde quiera que se quiebre, ha de dar luz y perfume. Han de podarse de la lengua poética, como del árbol, todos los retoños entecos amarillentos mal nacidos, y no dejar más que los sanos y robustos con lo que, con menos hojas, se alza con más gallardía la rama, y pasea en ella con más libertad la brisa, y nace mejor el fruto. Pulir es bueno, mas dentro de la mente, y antes de sacar el verso al labio. El verso hierve en la mente, como en la cuba el mosto. Mas ni el vino mejora, luego de hecho, por añadirle alcoholes y taninos, ni se aquilata el verso luego de nacido, con engalanarlo con aditamentos y aderezos. Ha de ser hecho de una pieza, y una sola inspiración, porque no obra de artesano que trabaja cordel, sino de hombre en cuyo seno se anidan cóndores, que ha de aprovechar el aleteo del cóndor, JOSÉ MARTI nsa y ante en Rosa la heroína 811
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