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LA ESTATUA Por Ramón Zelaya El celebrado poeta Mauricio de Kaunitz, muerto prematuramente en Posen de un ataque al cerebro, fué un temperamento vigoroso en lo físico, tanto como equilibrado en lo moral.
Con el fin de ponderar la ecuanimidad de Goethe quien Samuel Johson proclama el espíritu más equilibrado de los tiempos modernosrefiérese que, habiendo muerto su amada esposa su lado en un coche, yendo de paseo por el campo, no tuvo otra exclamación que la siguiente: Dios mío: qué va a decir la familia ahora que volvamos casa!
El poeta Mauricio de Kaunitz tuvo una exclamación semejante la muerte de su madre.
Es preciso reconocer que entre más empapado vive un hombre de las profundas leyes de la Naturaleza, sea, entre menos superficial es su espíritu, menos le sorprenderán entristecerán los hechos que se cumplen en virtud de aquellas leyes.
Sin embargo, el vate de Kaunitz se mostró siempre sensible ante los complejos y sutiles encantos de la belleza femenina. Hombre vigoroso y artistas delicado, muchas y extrañas son las aventuras que de él cuenta la leyenda.
Hace unos seis años, un grupo de varios de sus amigos se encontraban reunidos en casa de Sudermann, en su espacioso domicilio de la Tauentzien Strasse, en Berlín. El tema de la conversación era de Kaunitz, muerto pocos días antes. Uno de ellos dijo. Sería muy interesante averiguar si no obstante su metódico temperamento y su calma aparente de Kaunitz no encontró nunca en su vida una mujer que le inspirase una verdadera pasión, que dejase en su grande alma un recuerdo profundo, como una marca indeleble. Difícil sería, en verdad, replicó otro, hacer esa averiguación; dado que de Kaunitz tuvo siempre un fondo impenetrable de reserva, cerrado para todo el mundo, en el cual solía guardar, con la solicitud de un avaro, sus profundos, sus sinceros afectos. Cuando un dolor verdadero lo aquejaba, cuando un goce extraordinario endiosaba su espíritu, no erean Uds. que gemía que alardeaba en alguna forma, no: entraba sencillamente en un silencio de tumba, y proseguía el curso normal de sus ocupaciones. Sin embargo, observó un tercero, yo conozco una anécdota que él mismo, en un momento de expansión, me refirió con aquella intensa langui.
dez de su voz, de que tanto gustaban sus amigas. Esa anécdota podrá, por lo menos, procurarnos algunos indicios sobre los resortes pasionales de aquella alma tan rara. Sentado en su famoso canapé de terciopelo encarnado, abstraído enteramente en la grave ocupación de fumarse una pipa, me encontré un día Mauricio en su gabinete de estudio.
Estoy retocando en mi mente el cuadro de mi próxima novela, me dijo tranquilo. El tema es verídico, agregó, y es la transcripción casi exacta de una aventura que tuve el año próximo anterior. Llevará como título: La Estatua. se podrá saber cuál es esa aventura. pregunté sin mayor interés. Te la relataré en pocos momentos, replicó: En una de esas tardes apacibles y grises del mes de setiembre, en uno de los conciertos de la Exposición Industrial de Berlín de 1896. Berliner Gewerbe Ausstellung. 834 encontré una avanzar maje belleza sober eso, y que nu de una mujer condiciones Ese es u feminista dig rar esas cosa: jer, desde el en vehement ella, cuando mirada, por ma nada vulg Se dice pecable belle casi siempre beza como ga excepción sentar a la naba mi sul mayor facilid de nombre.
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