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el LOS NIÑOS re lez u bs ee sa, al ev eneA don Próspero Calderón ¡Ah, los niños. Delicadas flores de sentimiento y de alegría qu por llenan de perfume los hogares. Tiernas y dulces avecitas que saludan ptes.
aurora con la divina canción de la sonrisa. Quién resiste sus gracias. Sería preciso llevar una piedra dentr model pecho para mirar un niño con rencor con envidia.
Acercaos una cuna y os sentiréis Oso; sobrecogidos de respeto. Son débiles muñequitos de carne sonrosada y nos parecen sagrados. Será la conciencia de su debilidad que obra en nosotros?
os piÓ será la explosión de la vida que ellos representan la que inspira nuestros ción; ánimos tan profunda reverencia?
2, reEntre todos los cuadros del hogar, colhay uno que canta y que palpita con mayores encantos de armonía. La primera sonrisa.
wapias La madre se ha quedado extasiada, años con el fulgor de la dicha en el semblante. El padre ha caído de rodillas y en la expresión de su rostro hay dejos de IS nor DS le a áres.
DS1 rin ido ミー los edivuelcrumLa primera sonrisa remoyeron inefable ternura. Qué pasa. Que tellas, sonreído el niño. el sol del amor, qırribareina soberanamente sobre el grup arios lanza sus mejores rayos y enciende a ados, sus regias luminarias. La cuna sonr malas rosas del jarrón sonríen también; en el pequeño espejo se retrata la lamplidiante sonrisa de la estancia.
fig. 3)
ra su a ame ma¿Y la primera palabra. Ah, qui nunca la ha escuchado ignora la noble fruición de la existencia. El mu cada mo insinuante cae vencido sobre el p; a proy allí se duerme quietecito. El ver surge como cascada de luz y la boqu blai bipie La primera palabra. Mama 852

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