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phi dar lia: sal él la curaría de eso cuando fuera su mujer; qué cuento de naguas de paño ni de camisas alentejuadas, ni pañuelos grandes de seda, ni cintas anchas pa las trenzas, no señor! zapatos. que me corten las orejas. meter las patas en eso? nunca. quién puede trabajar con zapatos? eso pa los vagamundos muy ricos; nosotros los pobres no podemos andar sobre los troncos, ni ellas lavar en el río con zapatos en los pieses, que sólo sirven paser vejigas.
Así discurría ñor Torcuato, sin pensar, infortunado! que uno de los deseos más ardientes de la sin par Matías, era casarse con un hombre de riales para ponerse zapatos, sueño dorado de toda su vida. Qué dicha andar calzada! cómo la envidiarían sus amigas cuando fuera misa la villa los domingos, y la vieran subir igles arriba taconeando con sus zapatos chilladores al son del chis, chis, chis. aqu te des as2 de ese II ad pi de pi ар La boda de ñor Torcuato y Matías (prosaicos nombres. estaba concertada y ñor Chanto reventaba de gozo entre sus holgados calzoncs de mezclilla.
Se esperaba al novio que había ido comprar las donas, no la villa sino la capital de provincia. las cinco de la tarde llegó, caballero en un flaco jamelgo, con una gran maleta. La entrada FIBLIJE SA NHI de César en Roma no causó mayor sensación que la que allí se experimentó. El novio estaba orgulloso; había comprado de todo y bueno, basta un pañuelón de seda azul turquí que allí mismo declaró, mirando Finca de ganado en Guatemala muy fijamente a su amada Matías, haberle costado dos onzas y una cuarta (no dejaba la vieja costumbre de hablar por onzas. Matías le dió un vuelco el corazón; naturalmente! los zapatos lucen más con pañuelón, y aún cuando le retozaba en la boca la pregunta sobre los suspirados zapatos, no quiso decir nada; aguardó que ñor Torcuato que iba sacando paquetes y envoltorios, los pusiera de pronto ante su vista; pero el inventario tocó su fin y nada. sería posible. El futuro suegro estaba con la boca abierta; los chiquillos que rodeaban la mesa no pestañeaban viendo tanta ropa nueva que olía tan bonito, y Matías roja como si la sangre fue saltar de su rostro, miraba su prometido. no había comprado zapatos aquél. Así fue que lanzó un со bi co а)
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