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En La edad de Margarita Bonnet Acaban de abrirse las salas de juego en el Casino de Monte Carlo.
El movimiento era incesante. Hombres y mujeres de todas edades y condiciones iban y venían, formando una abigarrada muchedumbre. Bonnet y su esposa Margarita, acomodados tenderos de la Calle de Aboukir, que hacen su primer viaje después de quince años de matrimonio, están asombrados ante el lujo que sus ojos se desplegaba.
Los dos esposos se deciden entrar en las salas de juego y se acercan una de las ruletas.
Margarita arriesga un luis y gana. Bonnet, visiblemente satisfecho, se aleja y se acerca otra mesa. Arriesga tres cuatro billetes de quinientos francos, y la suerte le es siempre adversa.
Pásase entonces la mano por la frente y se retira profundamente con trariado. Maldito juego! exclama. Por fortuna, Margarita, que en todo es muy afortunada, estará ganando, sin duda.
Luego se acerca su mujer, no sin trabajo, porque al rededor de la mesa hay varias filas de espec.
tadores, y en voz baja le dice. Cómo va eso, Margarita?
Su esposa, sin mirarle, le responde bruscamente. Déjame sola, no vayas traerme la desgracia. Y, además, dame quinientos francos. Me gusta tener siempre dinero sobrante. Toma, hija mía, pero sé prudente. Si perdieses todo lo que te he dado no me San José, Costa Rica. Casa de habitación de don André quedaría gran cosa.
Me estás aburriendo. Vete de aquí! Bonnet se retira y se dirige los jardines que descienden hasta Fot. Rudd mar.
ente II Cae la tarde y Bonnet, que empieza a sentir apetito, entra de nues en el Casino para recordar su esposa que ha llegado la hora de comer.
Pero Margarita está tan agitada, tan nerviosa, que su marido se que contemplándola humildemente y como temeroso de dirigirle la palabra. Si estará perdiendo. dice para si Bonnet.
Al fin el infeliz se decide acercarse. Cómo anda eso, Margarita? 861

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