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Eno tardará ble. Voy Príncianza, ya Sí, señor, usted, que me ha mirado como un idiota cuando le he dicho mi marido que iba apuntar al número de mi edad. Qué le importa Ud. saber los años que tengo? Dí, marido mío, qué le importa. Nada, absolutamente. Pero ¿qué ha pasado. Margarita Bonnet se hechó llorar, y los pocos momentos contestó. La cosa más sencilla del mundo. Ya comprenderás que me sobra la razón. Cuando noté que ese caballero deseaba saber mi edad. en vez de apuntarme al número 33, apunté al 29. a mitad apoyardoscienMASSON FORESTIER iás. Voy untado.
la tuya: DE MI HOGAR Tengo en mi casa un pimpollo hecho de nieve y de rosa, es un diablillo animado por una fúlgida aurora; tiene los ojos azules y la cabellera blonda, una mirada traviesa, una risa juguetona, un olorcillo indecible, diré mejor, un aroma desconocido al olfato de las extrañas personas, pero que percibe el alma de toda madre amorosa.
Ha visto tres primaveras y bajo su bata asoman unas frescas pantorrillas tan tiernecitas, tan gordas, que no basta que las bese, precisa que me las coma.
Sin darse cuenta, el muñeco hace unas gracias tan monas, que me parece mentira que sepa ya tantas cosas: sabe montar caballo sobre cualquiera persona y dar vueltas de carnero con suerte tan caprichosa, que a veces sin dar la vuelta enseña todas las formas; habla con tanta cordura como cualquiera cotorra, conoce el arte difícil de hacer de todo una bola y arrojarla por el suelo rompiendo así lo que toca; con su presencia disipa hasta las penas más hondas; de todo su cuerpecito emana una risa loca y cuantos le ven de cerca al punto se sugestionan: en fin, en casa tenemos un pedacito de gloria.
Si alguno dice al oírme que yo exagero las cosas, que ni es tan hermoso el chico, ni merece esas lisonjas, he de responderle, amigo: será usted buena persona, pero de fijo no es padre, pues todos, a la redonda hablando de nuestros hijos contamos igual historia.
ra sus y tres iolera!
le tán nado, u muvanta ráneo ler!
Octubre de 1903. ALFARO COOPER 863
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