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Para Páginas Nustradas do un cura, El espíritu moderno es triste, ha dicho alguien interpretando lo que en la humanidad pasa. es que en ella no hay una sola manifestación, tanto en lo intelectual como en lo moral y sociológico, en que no aparezca esa niebla que no deja lucir al cielo todo su esplendor y al corazón toda su alegría.
El hombre contemporáneo parece que asistiera una ruina completa en que no puede admirar más que la grandeza de las cosas pasadas.
Restos de civilización, piedras veneradas sobre las que es preciso reconstruir por prodigio imaginativo monumentos, palacios, esculturas reveladoras de la potencia artística de antaño y que el hombre de hoy saluda con respeto, comprendiendo su inmenso valor y lo lejano que está el día en que sobrepuje esas grandezas.
Hay en este reconocimiento de nuestra pequeñez un dolor profundo que nos hiere, nos maltrata y nos impele desesperar de nuestras facultades.
La educación moderna, basada en ese sufrimiento, lace surgir en la mente ideas de revolución: ideas que sólo para contemplarlas nacen y que si es cierto que guían nuestra existencia como la luz lejana que divisa el perdido en la montaña, también es cierto que en esa montaña oscura se perece, con el grito de dolor en el pecho y el alma llena de ambiciones que no tuvieran más efecto que gastar nuestras fuerzas en inútil batalla.
De esa lucha desesperada la nacido una filosofía escrita por un viejo alemán que tuvo el poder de abrazar las tinieblas y las negruras de los abismos y sujetarlas con su pluma de cuervo para enseñar al mundo lo que en la mente humana se opera en el momento que vivimos.
El dolor, el cruel martirio de la vida: he ahí la única fuente que ese viejo fúnebre señala como exclusiva para apagar la sed del hombre. los que beben de ella, que no son de seguro los bienaventurados del sermón de la montaña, quedan enfermos, quedan tristes y agobiados por el pesar, esperando con sin igual excepticismo la hora libertadora en que se empezará vivir. esa tristeza contemporánea se trasluce en todo, en todo se dibuja, porque el espíritu no retrata sino lo que en su fondo pasa y así la obra literaria actual, después de leída, deja en el pecho la impresión de un sollozo que va a estallar y en la mente la plegaria angustiosa del que pide una voz de aliento. como cada época la necesitado de una alma que interprete las vibraciones que la acompañan, la actual encontró en el Cisne de Renacato, el poeta que cantó elegías que arrancan lágrimas los ojos, y gritos de protesta al corazón.
La ingenua alegría, reveladora del buen vivir y de la placidez de conciencia de nuestros antepasados, no aparece ya y se hace desear en se reconcia noche paente.
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Paraíso con Jno respon1 y colocáos stante; enlos protesponeos enlos otros, e no tengo sé dónde te KLIN.
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